De entrada, nada mejor,

para mi caletre, que EL PAÍS; de él, nada supera, igualmente según mi cacumen, a las cosas de Umbral.Pues, precisamente por eso, El ETAlEjército de Umbral del día 21 es bochornoso.

Obviamente, lo de la muerte del capitán -del ser humano- Martín Barrios es una animalada literalmente innombrable. Pues bien, aún y con todo, no es posible encajar los despropósitos de Umbral.

Parece increíble en él: un hombre que, es público y notorio, está contra la pena de muerte, cualquiera que sea el delito, y se despacha con una arenga al Ejército que para sí hubiera deseado Milans en aquel febrero esperpéntico.

Llega a afirmar que para qué diablos está este país gastando un pastón en defensa, si en este momento -que él entiende talmente fetén- no usa la fuerza con que ello le dota. Increíble. Produce una vergüenza ajena como jamás he sentido. Lo repito para que no se malinterprete: Umbral, entiendo, es un gran escritor.

La del artículo en defensa de Maruja Mallo, a propósito del plagio del cartel, fue desafortunada, de todas, todas. Pero lo de hoy, lo del día 21, ha sido un barrene mental en que le han ido a tomar por allá un buen serán de neuronas.

Yo comprendo, por supuesto, que no es nada fácil ser "sublime sin interrupción"; pero eso no significa que pueda caerse en lo deleznable, y este artículo lo es. Por encima, y precisamente porque él es un hombre de gran talento y sensibilidad, de lo definitivamente repugnante que está siendo ETA. /