Ruedan en Buenos Aires una película sobre la llegada de los vascos a Argentina
Escrita y dirigida por un argentino, la película Mientras me dure la vida, que acaba de ser rodada en Buenos Aires, refleja el mundo de los inmigrantes vascos que se afincaron definitivamente en la provincia de Santa Fe, en la denominada pampa húmeda. Carlos Otaduy, de ascendencia vasca, autor del guión y director del filme, anticipa que Mientras me dure la vida es una historia de amor y de trabajo protagonizada por los vascos que llegaron a Santa Fe en 1934.
La vida fue dura para ellos aquí. Pero ellos también eran duros. «Todo final es comienzo», se dice en el filme. Y sus personajes hacen honor a ese lema, muriendo unos y floreciendo otros.La película es, en efecto, una historia de amor entre Iñaki, el líder del grupo, y Teresa.
Carlos Otaduy, que filmó todo el tiempo en Roldán, un pueblecito de la provincia de Santa Fe, viajo especialmente a Munich para comprar el equipo de filmación Además hizo venir especialmente a cuatro vascos de San Sebastián y Madrid. Su padre vino de San Sebastián en 1934, se estableció en la provincia de Santa Fe, pero no en la zona de RoIdán, y fundó la Cooperativa de Lecheros de Rosario.
Otaduy, que estudió pintura.y teatro, hizo cine experimental en 1961. Poco después filmó un alegato antibélico, que obtuvo cuatro premios nacionales. Además ganó distinciones en Berlín y Salermo. Ahora está escribiendo su segundo guión, Ballotage, que define como «una comedia dramática muy actual».
La mayor parte de los personajes de Otaduy son hombres. El lo explica diciendo que quiere decir cosas que todavía no se han dicho.
«Bergan, por ejemplo, ha profundizado en la psicología del hombre. Muchos siguen pensando, con un esquematismo completamente maniqueo, que el hombre es bueno o malo, como el bueno o el malo de la película. Pero nada es tan sencillo. Por el contrario, todo es muy complejo. De ahí la necesidad de profundizar en los sentimientos del hombre».
A través de la película se intenta demostrar la existencia de Dios. Carlos Otaoluy confiesa que no sabe si lo que busca es eso, exactamente. «Pero detrás de toda historia», dice, «hay, sin duda, una búsqueda religiosa. Mis personajes son sefts grandes, seres que creen y tienen mucha fe. Una fe simple y primaria, pero a la vez muy profunda».
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