Carrillo denuncia una "trampa contra el PCE"
«Renunciamos a exigir las responsabilidades del franquismo en estos cuarenta años, damos de lado la crítica histórica del PSOE en este período, durante la guerra civil y antes, y resulta que se abre un proceso a los que han estado luchando cuarenta años contra la dictadura. Pienso que estamos ante una trampa anticomunista, en la que, por diferentes razones, participan gentes muy diversas», manifestó ayer en Barcelona Santiago Carrillo.En relación a la oleada de críticas e informaciones acerca del PCE, surgidas tras la publicación del libro de Jorge Semprún Autobiografía de Federico Sánchez, Carrillo citó entre esas «gentes diversas» al Departamento de Estado USA, a Kissinger y al artículo aparecido en la revista soviética Tiempos Nuevos. Afirmó que al libro de Semprún podría seguir uno de Lister y quizá otro que podría publicar El Campesino. «Publicar -subrayó-; no que lo vaya a escribir.»
«El PCE -dijo- no contestará a los libros, sino a la campaña anticomunista, y lo hará con la celebración del próximo congreso, reafirmando el partido su polítíca.» Luego añadió: «Algunas afirmaciones de Semprún serían motivo de querella, pero no lo vamos a hacer porque el juego es sucio y se terminaría haciendo el proceso de siempre contra el PCE. El aparato del Estado es el mismo de ayer.»
Refiriéndose al tema de las elecciones municipales, Carrillo se mostró contrario al proyecto del Gobierno, señalando «que se intentaba hacer unas elecciones municipales para partidos ricos, al contemplar este proyecto que cada candidato hará un depósito de 5.000 pesetas, con lo que el presupuesto mínimo de cada partido puede llegar a más de trescientos millones de pesetas. Quizá Alianza Popular (AP) y la Unión de Centro Democrático (UCD) tienen este dinero o posibilidades de conseguirlo. Los comunistas no».
Carrillo habló largamente del momento político, que calificó de preocupante. «La situación puede complicarse y dificultarse todavía más si no se vuelve al ánimo y entusiasmo que parecía dibujarse en las discusiones previas al pacto de la Moncloa.» Santiago Carrillo afirmó que el Gobierno había tomado en sus manos y a su manera la aplicación del pacto, lo cual le había producido «no desencanto, pero sí cierta decepción».
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