Paro, Banca y Bolsa
Somos muchos -¿sería aventurado decir que la gran mayoría?- los que desconocemos las proposiciones «concretas» de los partidos políticos que se agitan en estos momentos en la vida de España a fin de solucionar, o paliar al menos, los problemas que gravitan, algunos desde milenios, sobre los españoles. Ciñéndonos al paro, a la Banca y a la Bolsa, nuestro desconcierto crece cada día.
Pagamos de un estupor grande a otro mayor cuando se nos habla del pavoroso problema del paro, refiriéndose a una nación en la que está casi todo por hacer: carreteras, autopistas, caminos vecinales, accesos a las ciudades, escuelas, viviendas, hospitales, residencias para ancianos, guarderías infantiles, puertos, regadíos, instalaciones deportivas, industriales y un largo etcétera al que no se le ve el final.
Nuestro estupor no es menor al insistírsenos en el problema dél gran poder económico de la Banca española, cuando todos sabemos que entre los trece principales bancos -Central, Banesto, Atlántico, Bilbao, Vizcaya, Santander, Ibérico, Popular, Hispano, Rural, Exterior, Zaragozano y Valencia- su capital, efectivamente suscrito, es de 124.000 millones de pesetas, esto es, menos del presupuesto de la Seguridad Social de un mes.
Solamente el total del activo de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid era, en 1976, de 234.000 millones de, pesetas. ¿Son las Cajas o es la Banca la potencia económica de España?
¿No parece evidente que la vida ndustrial, comercial y política de a nación discurre, en gran medida, al margen de la Banca española?
Y refiriéndonos al problema de la Bolsa. ¿Cuántas empresas están en ella y no deberían estar, y cuántas otras están fuera debiendo participar con el fin de ofrecer a los españoles un mercado infinitamente más atractivo y, probablemente, más próspero?
¿Reflejan la Bolsa y la Banca la España económica real? Más bien parece que no.
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