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Gout Gout, el prodigioso velocista de 17 años al que comparan con Usain Bolt, pasa a las semifinales de los 200 metros

La barcelonesa Jaël Bestué también supera las series y luchará por entrar en la final del Mundial de Tokio

Gout Gout, al fondo, en acción, durante las series de clasificación para las semifinales de los 200m en el Mundial de Tokio.
Fernando Miñana

“¿Gout Gout?”. Jaël Bestué pone cara de confusión ante la pregunta por el joven fenómeno, un chico australiano de 17 años que ya ha corrido más rápido que Usain Bolt a esa edad. La catalana se queda un par de segundos en silencio, sin saber qué decir. “¿Qué ha hecho? Es que yo vivo un poco empanada…”. La plusmarquista española ha llegado a la zona mixta sonriente, pisando descalza la alfombra de césped artificial, después de superar las eliminatorias de los 200 metros (tercera con 22,74s). Y ahí se descubre, todo inocencia y simpatía, como una de las pocas personas del Mundial que no se ha enterado de la fama repentina del chaval que, un rato después, pasa también a semifinales del 200m después de entrar tercero (20,23s) en la quinta serie, dominada por Bryan Levell.

El jamaicano, uno de los grandes, no ha fallado. Tampoco lo hacen los estadounidenses Noah Lyles y Kenneth Bednarek. Ni el campeón olímpico, Letsile Tegobo. Menos rápido, pero también resolutivo, Gout Gout se mete entre los 24 mejores. Antes, en la presentación, el público del Estadio Nacional ovaciona al atleta que lleva días viendo por todas partes, ese joven prodigio al que los periodistas se han apresurado a comparar con Usain Bolt, como si fuera sencillo que alguien pudiera acercarse al hombre que sostuvo el atletismo durante una década.

Gout, de momento, es un chico que comparte habitación con uno de sus hermanos en la casa de sus padres en Ipswich, cerca de Brisbane (Australia). Su padre, Bona, empleado en la cocina de un hospital, y su madre, Monica, emigraron desde Sudán del Sur en busca de una vida mejor. Una vida modesta hasta que su hijo batió el récord del mundo sub-16 y superó al mismísimo Usain Bolt. No tardó en llegarle un contrato que podría rondar las siete cifras. Nada volvió a ser igual.

Lejos de los focos, su entrenadora, Diane Sheppard, trata de mantenerle con los pies en el suelo. Ella fue quien vio algo diferente en él un día en el patio del colegio. Aquel niño tenía unos pies prodigiosos que le catapultaban hacia adelante. Sheppard reconocería a un velocista a una milla de distancia. Pero la especialista no quiso cambiar su patrón. Para ella es tan importante el rendimiento deportivo como formar buenas personas. Di Sheppard le hizo la misma advertencia que a todos los que llegan de primeras. “No entreno a padres”. La entrenadora no deja que se entrometan en su trabajo. Exige fe en el proceso y solo tres exigencias: disciplina, trabajo duro y fortaleza mental. El chico se adaptó bien. No era, más allá de sus cualidades, muy diferente a los demás. Un joven al que le gusta jugar al Fortnite, el Minecraft y el Zelda, y al que le encanta mirar vídeos en TikTok.

El año pasado, en el Mundial sub-20, salió derrotado. Gout volvió dolido de Lima y su entrenadora decidió tener una conversación con él. Su filosofía es que todas las competiciones dejan un aprendizaje que hay que coger para seguir creciendo. “Ambos entendimos que era parte de un camino mucho más largo. Se trata de cumplir un objetivo, sí, pero nunca de dejar que ese objetivo te defina”.

El australiano Gout Gout tras clasificarse para las semifinales de 200m en el Mundial de Tokio.

Luego vino aquella marca de 20.02 que barrió un récord de Oceanía de Peter Norman con 56 años de antigüedad y el foco del atletismo mundial, que lo puso frente al espejo de Usain Bolt. Gout ya tiene más seguidores que su compatriota Nina Kennedy, la mejor atleta australiana, la campeona olímpica y mundial de salto con pértiga.

Hubo más carreras prodigiosas, por debajo de los 20 segundos, que alimentaron su fama a pesar de no valer por el exceso de viento. Y otra, en 20,10s, con un vendaval en contra (-1.9m/s). Ahí el mundo atlético ya había quedado seducido por su amplitud de zancada y su resistencia a la pérdida de la velocidad. Muchos, de hecho, ven en él a un futuro gran corredor de 400m. Hasta Noah Lyles se ha convertido en una especie de mentor para él y le da consejos de veterano. Australia, mientras, recuerda a Cathy Freeman y se imagina ya a Gout Gout convertido en el nuevo Bolt y en campeón olímpico dentro de siete años, en los Juegos de Brisbane. ¿Será todo pura fantasía?

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Sobre la firma

Fernando Miñana
Lleva en el periodismo desde 1993. Primero en 'Las Provincias' y escribiendo para los periódicos del Grupo Vocento, y ahora en EL PAÍS. También colabora con Valencia Plaza y la revista 'Corredor'. Viaja habitualmente a los campeonatos internacionales de atletismo.
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