La investigación de siete monedas del Museo de Elda permite localizar una base militar de la guerra entre Julio César y Pompeyo
El estudio concluye que las piezas formaban parte de la paga de los legionarios que defendían el fortín de El Monastil


Entre los años 49 a. C y 45 a. C. se desarrolló la que se conoce como Segunda Guerra Civil Romana, un enfrentamiento protagonizado por los dos hombres más destacados de la República, Julio César y Pompeyo Magno. Hispania fue uno de los campos más importantes de este enfrentamiento que culminaría con la victoria cesariana y la conversión en dictador de su indiscutible líder. De estas cruentas batallas se han hallado en los últimos años evidencias palpables (dardos, munición de honderos, puntas de lanza, pila catapultaria...) en diversas localidades de Córdoba y Sevilla. Ahora, el director del Museo Arqueológico de Elda, Antonio M. Poveda Navarro, revisando los objetos que se guardan en la institución museística local, ha localizado siete monedas encontradas en el oppidum (ciudad fortificada íbera) de El Monastil (Elda, Alicante).
Los siete ejemplares demuestran que las tropas Pompeyo habían convertido la inicial ciudadela indígena en un fortín para intentar frenar el imparable avance de las tropas de Julio César —habían partido de la actual Cataluña— hacia el sur peninsular. No lo lograron, y los pompeyanos fueron, finalmente, derrotados en la batalla de Munda (al sur de la provincia de Córdoba).
El yacimiento de El Monastril es un pozo sin fondo que profundiza hasta la Edad de Bronce ―unos tres mil años―, asciende a época íbera ―hace unos 2500―, atraviesa Roma, aflora en Bizancio y culmina en la etapa emiral. Lo que los arqueólogos desconocían es que, además, fue testigo de la Segunda Guerra Civil Romana. Y ahora lo saben porque, a partir de 2024, se inició una profunda investigación sobre los fondos del Museo Arqueológico de Elda, que ha llevado a la identificación de los siete ases romanos citados, en cuyo anverso se distingue la imagen del dios Jano bifronte y en el reverso la proa de una nave. Poveda Navarro ha podido leer las leyendas inscritas en las piezas: CN MAG, abreviación del nombre Cneo Pompeyo Magno, hijo Pompeyo, e IMP, abreviatura de imperator (emperador).
“Estos personajes de la gens [familia] de los pompeyos”, explica Poveda Navarro, “eran los que representaban a la oficialidad y legalidad de la República de Roma, frente a la que se había revelado Julio César, con su famoso paso del río Rubicón, en Italia, abriéndose, de nuevo, una dura y cruel guerra civil romana, que tuvo su mayor desarrollo bélico precisamente en Hispania, de modo que César y Cneo Pompeyo se enfrentaron con sus respectivas legiones, desplazadas a la península Ibérica entre los años 49 a.C. y 45 a.C., conflicto que ganará César, que se convirtió en el gran dictador romano y creador de un vasto imperio”.

Durante este conflicto clave en la historia de Roma se fueron creando una serie de campamentos y fortines (castella) en cada uno de los bandos. Al haberse hallado las monedas en el yacimiento de El Monastil ―las piezas fueron perdidas por los soldados pompeyanos―, el director del museo concluye que el oppidum ibérico fue convertido en un fortín y ocupado por legionarios y tropas auxiliares. “La base militar de Pompeyo estaba en Carthago Nova [Cartagena], que disponía de un excelente puerto para la movilidad de su ejército, que también controlaba gran parte del territorio de Andalucía. En cambio, César dominaba buena parte de Cataluña y disponía de una buena base de operaciones en Saguntum [Sagunto]. Precisamente, El Monastil, a orillas del Vinalopó, se alzaba junto a la calzada romana que unía aquellas ciudades”, indica el arqueólogo. Las siete monedas —el mayor conjunto localizado en España y solo igualado en número con el hallado en el campamento de Andagoste (Álava)― “convierte el yacimiento de El Monastil, en un hito importante para conocer los avatares de esta guerra civil, fundamental para el devenir de la historia de Roma”, asevera.
Las piezas fueron fabricadas en el 46 a. C. mediante molde, no con un cospel (disco de metal preparado para su acuñación), por lo que no se corresponden con las acuñadas en la ceca estable de una ciudad, sino que se obtuvieron en una ambulante. Es decir, fueron fundidas para realizar la paga, la soldada, de los legionarios que se habían establecido en El Monastil. Posiblemente fueron fabricadas en la base pompeyana de Carthago Nova y distribuidas a través de la vía militar a las guarniciones de El Monastil e Ilici (Alcudia), otra importante base pompeyana a solo 28,5 kilómetros de Elda.

Poco después, Pompeyo y sus soldados, huyeron a la Alta Andalucía, siendo estrepitosamente derrotados en la batalla de Munda, lo que permitió a César convertirse en el líder de Roma y de su naciente imperio. Los pompeyanos fueron eliminados, si bien uno de los hijos de Pompeyo escapó y siguió su resistencia desde la isla de Sicilia.
Además de las siete monedas, el Museo Arqueológico de Elda atesora restos de armas romanas (flechas, jabalinas, lanzas, glandes de plomo, pugium, gladius, proyectiles de catapulta…) de la Primera y Segunda Guerra civil romana. “Esto demuestra que Elda formó parte de la apasionante historia de Roma y que la ciudad sigue aportando información fundamental para los eventos históricos del sureste peninsular”, concluye Poveda Navarro.
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