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Paolo Genovese, el director de cine al que todo el mundo ‘copia’

El autor de ‘Perfectos desconocidos’, comedia sobre los secretos ocultos en los móviles que se volvió el filme con más ‘remakes’ de la historia, vuelve a arrasar con ‘LocaMente’, centrada en las relaciones entre hombres y mujeres

El director de cine Paolo Genovese, en un momento del rodaje de 'LocaMente', en una imagen facilitada por la productora.
Tommaso Koch

Durante años, a Paolo Genovese (Roma, 58 años) le costó sacar adelante sus películas. Siempre le respondían con una profecía que, leída ahora, sonroja: “No va a funcionar”. Hoy, en cambio, cualquiera le propone un filme, sobre todo gente que ni le conoce. La frase que le repiten es la contraria: “Tendrías que hacer una película sobre esto”. “Pasa todo el rato. A menudo con cosas autobiográficas, las más aburridas”, se ríe el director al teléfono. Es lo que tiene el otro lado de la fama. Porque el italiano se ha hecho mundialmente célebre por coescribir y dirigir un largo muy conectado con la vida de cualquiera. Perfectos desconocidos arrasó en Italia, en 2016, con una reflexión sobre los móviles como caja negra que oculta los secretos más íntimos de cada uno. Luego, el fenómeno creció hasta convertirse en el filme con más remakes de la historia: de momento, 24, de España a Polonia, de Corea del Sur a Egipto. Para remordimiento de tanto directivo escéptico: un poquito sí funcionó.

Pero su éxito más reciente tiene asombrado al propio Genovese: “No me lo esperaba”. Porque su última obra, LocaMente, que se estrena en España este próximo viernes, va camino de recorrer un sendero parecido. De nuevo, una comedia actualísima: sobre los cambios en las relaciones entre hombres y mujeres. Otra vez una puesta en escena mínima: intérpretes hablando en un espacio cerrado. Y un segundo taquillazo indiscutible: en su país natal, pero también en el mundo.

Pilar Fogliatti y Edoardo Leo, en una imagen de 'LocaMente', de Paolo Genovese.

Mientras tanto, las peticiones de remakes vuelven a llover, según confirmó su productora Raffaella Leone a la revista Variety. Y aprovechó para anunciar un cambio: en las versiones europeas, como “España, Alemania o Francia”, esta vez quieren coproducir. Seguramente para alivio de Genovese, que admite una relación estupenda con su obra, pero de “amor-odio” con tantas adaptaciones. “Dejé de verlas. Me hace ilusión, pero el trabajo de guion es muy largo, te esmeras por una palabra, una frase, y ves cortes o retoques de cosas que para ti tenían sentido y sufres un poco, sobre todo con las de culturas parecidas”, subraya. De la española, dirigida por Álex de la Iglesia, dice: “Es el que más ha desnaturalizado el original, el tono o el desenlace son muy distintos. No entro en si es una película buena o mala. El final, eso sí, no me gustó nada”.

Hay otra pregunta que al director le plantean sin parar. Tanto que él mismo completa la interrogación del periodista:

—¿Se inspiró en…?

—¿Del revés?

La semejanza entre la obra animada de Pixar y LocaMente resulta indudable: el nuevo largo de Genovese muestra el interior del cerebro de un hombre y una mujer en su primera cita. En cada cabeza caben cuatro almas: raciocinio, pasión, romanticismo e indolencia. Y se alternan al mando para generar efectos tragicómicos, flirteos, atracción, rechazo e incomodidades típicas entre dos desconocidos que tratan de entender si se gustan. El italiano jura que tuvo la idea en el año 2000, cuando filmaba un anuncio para la televisión pública italiana. De todos modos, tampoco le importa mucho reivindicar su originalidad: “Vivo la autoría de manera bastante serena. Nos ha venido bien, de hecho, tanta alusión a Del revés. El público hoy quiere tener claro qué va a ver. Lo cierto es que ya existían Woody Allen, la serie La cabeza de Herman… yo mismo había hecho un filme sobre ese concepto, Nessun messaggio in segreteria. Lo que pasa es que no lo vio nadie”.

Valeria Puccini, Rocco Papapelo, Claudio Santamaria, Claudia Pandolfi, Marco Giallini, Emanuela Fanelli, Maurizio Lastrico y Maria Chiara Giannetta, encargados de interpretar las cuatro almas del cerebro de los dos protagonistas de 'LocaMente', de Paolo Genovese.

Tiene que ver con algo que Genovese subraya en la conversación: el tiempo. En el rodaje, pero también en el estreno. “Una idea no es buena cinematográficamente de por sí, como absoluto. Lo es cuanto más conectada esté con el momento que vivimos. Perfectos desconocidos es una ocurrencia bonita, pero 10 años antes habría parecido exagerado y hoy estamos acostumbrados. Llegó cuando nos estábamos empezando a dar cuenta de lo que suponía el móvil, se transformó en una terapia de grupo. Llevó a discutir, pensar, no podías no decir: ‘Vete a verlo’. Y LocaMente seguramente hace 20 años habría tenido menos actualidad”, reflexiona. Está claro que el italiano tiene intuición, curiosidad, interés por lo que sucede y capacidad de leerlo. ¿También cálculos de lo que está de moda? “No es una elección aposta. Estudio mucho la realidad cuando escribo, me gusta hablar de temas que permitan identificarse”. Y recuerda que abordó asuntos menos mediáticos, como el suicidio en El primer día de mi vida.

Lo cierto es que LocaMente lleva a la pantalla charlas y dilemas hoy habituales en muchas casas. El feminismo, el patriarcado, la deconstrucción masculina, la resistencia de viejos estereotipos, la galantería, el miedo o la resistencia al cambio. Y lo más trivial y a la vez relevante: cómo se aterriza todo eso en el día a día. De ello conversaba habitualmente Genovese con sus coguionistas, tres mujeres (Isabella Aguilar, Lucia Calamaro, Flaminia Gressi) con distintas perspectivas: una jovencísima, una madre burguesa y una intelectual feminista. Tanto que las sesiones de escritura entre los cuatro se volvieron “psicoanálisis”. “Chocamos, nos encontramos. En un filme tradicional debes decidir qué hace el personaje. Aquí, a través de las distintas almas, podía entrar todo. Cuestiones como ‘quién debería besar primero’ se convertían en debates. A menudo tan inabarcables que los grababa, para asegurarme de tenerlo todo”, apunta el director.

Desde arriba a la izquierda, 'Perfetti sconosciuti' (2016), 'Perfectos desconocidos' (2018), 'Teleioi Xenoi' (2016), 'Perfectos desconocidos' (2018), 'Búék' (2018), 'Cebimdeki Yabanci' (2018), 'Wanbyeokhan tain' (2018) y 'Le jeu' (2018).

Sabían que afrontaban un terreno resbaladizo. Tan solo un paso en falso separaba audacia de cuñadismo, ironía de vulgaridad. Aunque Genovese sostiene que otro temor les preocupó más aún: “Caer en lo banal. Queríamos una película divertida, sin demasiadas pretensiones. Hay formas más serias e importantes de tratar estos temas. Intentamos no censurarnos y afrontarlos con una comedia ligera, pensando que el público podía entregarse y luego tal vez algo se le quedara”. Él mismo se ha terminado analizando como hombre en el proceso. Aplaude el “sacrosanto” avance del feminismo, celebra su acelerón reciente, detecta riesgos en un planteamiento a veces “demasiado ideológico, sobre todo en el arte, que puede hacer perder la libertad de relato”, pero luego vuelve a subrayar: “La evolución que ha habido es lo fundamental. Y lo digo pensando en mi hija de 19 años”. Muy crítica con los filmes del padre, al parecer se divirtió mucho con LocaMente.

“El elemento más fuerte de mis películas es la identificación del público. Todos mis personajes tienen inseguridades, debilidades. Generan cariño. Contar la fragilidad produce cercanía, pero también un cierto calor, un ‘yo también soy así’. Sales del cine menos solo. Y luego invierto muchísimo tiempo en la escritura”, reflexiona Genovese tratando de explicar su éxito. Los repartos con grandes nombres de la actuación de su país, sin duda, suman. La costumbre de mencionar en el metraje al equipo de fútbol de su corazón, la Lazio, supone una anécdota. A los alumnos y aspirantes a directores, Genovese suele sugerir otra clave: resistencia. Cuenta que siempre estuvo enamorado de “contar historias”, que ya en el instituto escribía o grababa lo que sucedía. Pero se diplomó en Economía y empezó a rodar anuncios publicitarios. Al frente del plató, con todas las herramientas a disposición, se dio cuenta de que tal vez podría filmar otras historias: las suyas.

Una imagen de la adaptación española de 'Perfectos desconocidos', dirigida por Álex de la Iglesia.

“No hay que ser presuntuoso, pero tampoco tirar la toalla. Mis primeros filmes, Incantesimo napoletano o Inmaduros, no quiso hacerlos nadie. Y me ha seguido pasando hasta hace poco. Hablando con compañeros de profesión, el hilo rojo que une tantos rechazos es la novedad: películas que tengan ideas distintas, raras, que no se hayan hecho, sacan a los productores de su zona de confort”, añade Genovese. Incluso Perfectos desconocidos chocó con el mismo escepticismo. Nació como un largo sobre un hombre en coma. Al visitarle, sus seres queridos le confesaban verdades que ocultaban al resto. En una secuencia, alguien retaba a los demás a poner el móvil encima de la mesa y compartir públicamente cualquier llamada o mensaje que llegara. Finalmente, se descartó. Pero, en las sesiones de guion, la idea siguió adelante.

“Se volvió una escena de siete páginas”, dice Genovese. Terminó siendo la esencia del filme, también por un imprevisto. En esas fechas, un amigo del director acabó en urgencias tras un accidente con el scooter. Cuando su mujer llegó, le facilitaron los objetos personales del marido. Y en el móvil descubrió una vida paralela, con otra familia incluida, que ni ella, ni Genovese ni el resto de amigos imaginaban siquiera. El cineasta propuso entonces un cambio de rumbo en la escritura: “¿Y si nos centramos en que solo viendo nuestros teléfonos podríamos conocernos de verdad?”. Sus coguionistas se convencieron enseguida. Para los productores, sin embargo, hizo falta más: “Decían que una película de siete personas dos horas en una habitación era arriesgado, aburrido y repetitivo”.

El público opinó exactamente lo contrario. Aunque cabe dudar de la opinión del Gobierno italiano. Perfectos desconocidos hablaba también de homofobia. LocaMente aborda el feminismo. La sensibilidad del director no parece muy afín a la de la presidenta, Giorgia Meloni, de extrema derecha. “Soy de izquierdas, siempre lo digo. Pero no creo que mis películas puedan ser ofensivas, facciosas, que molesten a nadie. Y nunca he tenido ningún problema”, responde Genovese. Si acaso, más molestia le genera el tradicional menosprecio a la comedia, pilar central de su filmografía: “Es algo que lamentablemente existe. Yo la defiendo a muerte, es un género nobilísimo que reelabora la realidad. A veces nos olvidamos de que reírse es una de las cosas más bonitas que tenga la humanidad. Puede que sea lo único que todos hacemos igual”. Lo más universal. Con permiso de sus filmes.

El director de cine Paolo Genovese, en un momento del rodaje de 'LocaMente', en una imagen facilitada por la productora.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.
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