Ir al contenido
_
_
_
_

El manga del fin del mundo: una profecía de papel sacude Japón y reduce su turismo

La obra ‘El futuro que yo vi’, de enfoque apocalíptico y que según sus lectores predijo el gran terremoto nipón de 2011, anuncia un temblor este julio y desata un temor generalizado

La trabajadora de una librería de Tokio coloca ejemplares del manga 'El futuro que yo vi', a finales de junio.
Rodrigo Naredo

Las palabras pueden sonar proféticas: este mes de julio de 2025 se abrirá una grieta bajo el lecho marino entre Japón y Filipinas y un gran tsunami devastará el archipiélago asiático. Lo cuenta el manga El futuro que yo vi, publicado en 2021 y en el que la autora Ryo Tatsuki se dibuja a sí misma para compartir visiones que asegura haber captado en sueños. Y sus lectores parecen haberlo tomado muy en serio. Tanto que se ha extendido el miedo en ciertos sectores de la población, obligando a la Agencia Meteorológica de Japón a pedirle a la gente que “base su comprensión en evidencia científica” y a la autora a declarar, para calmar los ánimos, que ella “no es una profeta”. También los vuelos desde China o Hong Kong —el segundo y cuarto mayor emisor de turistas de Japón, respectivamente— hacia el país nipón han disminuido cerca de un 15% este verano con respecto al anterior, y algunas aerolíneas han tenido que reducir sus vuelos hasta en un 80% por la falta de demanda, según la agencia Reuters.

La reacción de los lectores del cómic —traducido también al chino, aunque no al español— viralizado en las redes, sobre todo TikTok, durante los últimos meses, se explica con lo que lanzó a la fama a la autora después de publicar la primera versión de su manga en 1999. Entonces llevaba en su portada la frase: “Desastre masivo en marzo de 2011”. Eso llevó a muchos a creer que predijo el catastrófico terremoto que en ese mes de 2011 golpeó la región de Tohoku, en el norte del país, mató a más de 4.000 personas y paralizó la planta nuclear de Fukushima Daiichi, resultando en el peor accidente nuclear desde Chernóbil. En una nueva “versión completa” del libro, publicada en 2021, la autora cuenta entre sus páginas que el nuevo tsunami creará en julio de 2025 “olas tres veces más altas” que las del terremoto de Tohoku.

La literatura japonesa del desastre

Ese tipo de descripciones futuristas y catastróficas son muy habituales en la cultura nipona. “Si hay una cosa que les gusta a los japoneses, que les llama mucho la atención, es la previsión de los desastres”, explica Florentino Rodao, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y experto en el país. De esa particular obsesión han surgido novelas tan trascendentales en su cultura como El hundimiento de Japón, de Sakyo Komatsu, con un terrible terremoto también como protagonista, o mangas tan populares como Aula a la deriva, Dragon head o Hellstar Remina. Su temática, constituida ya como un género en sí mismo, suele ser “una forma de expresar miedos y preocupaciones colectivas”, explica el catedrático.

Lo que ha sucedido con El futuro que yo vi es también el reflejo de la enorme influencia del manga en Japón y su relevancia en la vida cotidiana de la gente. Una influencia que nace, aclara Oriol Estrada, periodista, asesor de contenido del Salón del Cómic de Barcelona y experto en manga, “en las décadas de los cincuenta o sesenta” cuando el cómic japonés emergió como “un medio de entretenimiento económico después de la Segunda Guerra Mundial”. “Japón era pobre entonces. Las familias no tenían televisión. Ir al cine o a otras formas de arte era muy caro y ahí surgen algunos de los autores fundamentales del manga”, cuenta.

Hoy mantiene su cualidad económica y ha aumentado su vigencia. Solo el año pasado, según cifras del Instituto de Ciencias de la Edición de la Asociación Japonesa de Editores Nacionales, las ventas estimadas de manga en Japón en 2024, incluyendo el medio en papel y las versiones electrónicas —que han crecido a raudales en los últimos años—, aumentaron un 1,5 % hasta los 704.300 millones de yenes (cerca de 5.000 millones de euros), un récord. Y la cuota de los cómics en el mercado editorial aumentó 1,3 puntos, hasta el 44,8 %.

Un folleto donde se lee "Creerlo o no depende de ti", al lado de 'El futuro que yo vi', en una librería de Tokio a finales de junio.

“La mejor forma de entender su relevancia es compararlo con España”, explica Estrada. “Acá los cómics para muchos siguen siendo un entretenimiento infantil sin trascendencia. Allá no. En Japón el manga es una forma de arte tan valiosa como el resto. Es muy normal que lo lean todo tipo de personas y de distintas edades. Hay para todo tipo de público. Así que inevitablemente terminan moldeando la forma de ser y de pensar”. De hecho, complementa el catedrático de la Complutense, no se limitan a la ficción y “también se utilizan mucho para dar avisos a la población, por ejemplo. Les enseñan a los estudiantes qué hacer si cae un misil o si sucede un terremoto. Es muy común que se compren, se lean el mismo día y se dejen por ahí en el metro”.

Aunque su presencia en la vida japonesa sea tan fuerte, lo que sucede ahora con el manga de Tatsuki, coinciden ambos expertos, no es habitual. La razón por la que los japoneses están acostumbrados a que sus historias relaten futuros catastróficos es que lo están a sufrir las catástrofes. En principio, la obra de Tatsuki no representa nada nuevo. “Se ha engrandecido mucho. Lo que pasa es que como la autora acertó en 2011, la gente le ha dado importancia. Pero es el único de los sueños del manga que se ha cumplido y, de hecho, ella luego reconoció que eso ni siquiera fue exactamente lo que soñó”, dice Estrada.

Ninguno de los dos expertos encuentra otro ejemplo en el que una obra haya despertado un temor que se refleje en datos. “Pasó algo con Akira”, recuerda Estrada, “en donde se hablaba de unos Juegos Olímpicos en Tokio que se tenían que suspender, como finalmente pasó”. En esa obra de culto del cómic japonés, publicada entre 1982 y 1990, aparecía una imagen, luego replicada en la película de 1988, en la que se ve un grafiti debajo de un cartel de unos juegos de Tokio 2020 que pone “¡cancelación! ¡cancelación!” (中止だ!中止だ : chuushi-da, chuushi-da). “Son más casualidades que nada. Las catástrofes son parte de la cultura japonesa. Están acostumbrados a ellas. Se publica tanto sobre el tema que, bueno, alguno acierta”, agrega el periodista.

La autora japonesa Ryo Tatsuki con algunas de las viñetas de su manga 'El futuro que yo vi'.

Pero también estamos, sigue el asesor del salón del cómic, delante de una sociedad “bastante supersticiosa”. “Es un país donde se mezclan religiones y aunque la gente no suele ser practicante, se acostumbra a pedir que los dioses te favorezcan y te vaya bien. No se hace por convicción religiosa, sino por superstición. Hay mucho adivino, incluso sectas, y mucho campo para esto”. Además del manga han salido, como cuenta la BBC, psíquicos de Japón y Hong Kong con advertencias similares. Eso, sumado a los más de 1.000 temblores en las islas de la prefectura de Kagoshima en las últimas dos semanas —el más fuerte el jueves pasado, de magnitud 5,5— ha alimentado la teoría.

Mientras julio avanza, la historia de El futuro que yo vi, lejos de ser una anécdota, ayuda a entender al manga como una de las formas de comunicación más habituales y extendidas en Japón. Con el poder incluso de a veces desdibujar la línea entre realidad y ficción. Se abrirá una grieta bajo el lecho marítimo entre Japón y Filipinas este mes, o seguramente no, pero lo que queda claro es que el país acostumbrado —y de cierta forma preparado— a los grandes temblores y catástrofes, sigue encontrando en su literatura un altavoz para sus miedos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Rodrigo Naredo
De Querétaro, México. Ahora en la sección de Cultura. Trabajó como productor y locutor de radio en medios de su ciudad natal. Graduado en Comunicación y Medios Digitales, con una especialización en Dirección y Producción Cinematográfica. Actor de teatro en más de una veintena de producciones en su país. Cursa el máster de periodismo UAM-EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_