Bienvenidos al gran banquete de Veronés: recorra el monumental cuadro de ‘La Cena en Casa de Simón’

En una de las siete columnas del palacio, el pintor incluyó un clavo hincado en el mármol que rompe la piedra. Es una referencia autobiográfica, un homenaje a su padre, de profesión picapedrero, y a sus primeros maestros en la arquitectura.

Hay que ser muy valiente para conjugar en una misma figura de manera armónica el amarillo, azul claro y el rosa. Es uno de los pintores con una de las gamas cromáticas más amplias del Renacimiento.

La pieza se pintó para el convento de Santi Nazaro e Celso de Verona. Frente a ella, los monjes hacían allí sus frugales comidas. El cuadro les invitaba a reconocerse como pecadores y adorar a Cristo tomando el ejemplo de Magdalena.

La relación entre los personajes y el escenario condiciona la forma de su pintura y el tono de la narración. Esta escena tiene lugar en el exterior de un palacio ante un pórtico de estilo antiguo sostenido por siete columnas corintias.

Con esta pieza inaugura la serie de sus pinturas de lujosos banquetes. Pintó al menos ocho a los que se ligó su gran fama. Con estas escenas, Veronés proyecta una imagen de ostentación de lo que se conoció como el mito de Venecia. Lo hizo al mismo tiempo en que la ciudad empieza a evidenciar los primeros síntomas de una decadencia política y económica.

Aparecen criados, camareros, escuderos, pajes, pero también el repostero de mesa, cuyo deber era disponer la mesa... La riqueza está en la variedad de personas venidas de distintas partes, en su indumentaria…

Interviene o está presente en la mesa siempre para hablar de asuntos como su propia muerte.

La mujer lava con lágrimas los pies de Cristo, se los seca con sus cabellos y los perfuma con ungüento.

Están en sus composiciones sin un motivo aparente. En este caso son dos perros de la raza pointer, de caza, un símbolo de estatus. Son veloces, sociables y elegantes.