El arte de no contarlo todo: el Belvedere presenta una muestra sobre una única obra de Klimt y silencia el pasado filonazi del coleccionista
Gustav Ucicky, cineasta de la propaganda nazi, adquirió el lienzo ‘La novia’ en condiciones no aclaradas


El cuadro inacabado que Gustav Klimt dejó en el caballete cuando le sorprendió la muerte, La novia, estuvo colgado en los años cincuenta en la pared del dormitorio de Gustav Ucicky, hijo ilegítimo del pintor, que cumplió el sueño de tener a su padre más cerca que nunca. Tanto, que una vez el cuadro se cayó de la pared.
El cuadro inacabado que Gustav Klimt dejó en el caballete cuando le sorprendió la muerte, La novia, estuvo colgado en los años 50 en la pared del dormitorio de Gustav Ucicky, agente de la propaganda nazi, cineasta de la factoría Goebbels que acumuló obras de Klimt confiscadas a familias judías. Tantas, que una vez el cuadro se cayó de la pared.

Que el lienzo de gran formato de 166 x 190 cm se cayera es una anécdota que circula por los gabinetes de los historiadores del arte en Viena, también en el Museo Belvedere. Lo demás son hechos y basta omitir uno para que la historia quede incompleta, como el cuadro de Klimt, una alegoría de significado enigmático —¿el deseo masculino no correspondido?, ¿el tránsito de la mujer desde la infancia a la edad adulta y la maternidad?— en la que un tercio del lienzo lo ocupan unos trazos nerviosos con carboncillo.
La última exposición del Belvedere es una muestra monográfica dedicada a esta pintura, pero ni durante su presentación ni en los dos salones de maderas nobles que le dedica el museo acompañada de otras obras, ni en el catálogo escrito por los comisarios se aborda la biografía de Ucicky ni se aclaran las condiciones en las que consiguió el cuadro.

Gustav Ucicky es el director de Heimkehr (Regreso a casa, 1941), el filme de propaganda nazi que justifica la invasión de Polonia y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La película inspiró a Elfriede Jelinek para escribir Burgtheater, la obra de teatro con la que la Nobel de Literatura denuncia que tanto el director como su reparto no fueron seguidores del nazismo, “fueron perpetradores”. En su reciente adaptación de Burgtheater para el Burgtheater (Teatro Nacional de Austria), el dramaturgo Milo Rau recrea una secuencia completa de Heimkehr, la que más emocionaba a Goebbels.
Un año antes del rodaje, en 1940, cuando se iba a subastar en el Dorotheum el cuadro de Klimt Serpientes de agua II, el gobernador del Tercer Reich en Viena, Baldur von Schirach, la sacó del lote para que Ucicky la pudiera comprar por un monto de 8.000 a 9.000 reichsmark —el dato es del historiador Oliver Rathkolb—, una suma importante para la época, pero una ganga a precio de mercado real. La obra había sido robada por los nazis a la empresaria judía Jenny Steiner, mecenas de Klimt y del movimiento secesionista, que en ese momento lograba escapar rumbo a Brasil. Para esta pintura, Ucicky reservó la pared del salón comedor.

En 2013, Ursula Lena Ucicky, viuda del cineasta, y los herederos de Jenny Steiner firmaron un trato de restitución y se repartieron a partes iguales los 112 millones de dólares de su venta, convirtiéndose en la obra más valiosa de Klimt. Con el dinero, la heredera de Ucicky creó la Klimt Foundation, a quien donó La novia, y que es responsable junto con el Belvedere del contenido de la actual exposición.
Preguntado por EL PAÍS por Gustav Ucicky, el comisario del Belvedere Franz Smola responde: “En favor de una información precisa, vamos a incluir este texto in situ en la exposición: ‘Como muy tarde en 1952, Gustav Ucicky (1899-1961) adquirió la pintura de Emilie Flöge. Desde la década de 1920, el hijo ilegítimo de Klimt reunió una colección de obras de Klimt, incluyendo pinturas de propiedades judías confiscadas. Desde su juventud, Ucicky trabajó como camarógrafo y luego como director de cine. Con filmes de propaganda como Heimkehr (1941), se convirtió en un director destacado de la era nazi. En 1957, regaló La novia a su tercera esposa, Ursula Lena Ucicky, de soltera Kohn, por su boda. En 1963, esta última cedió la pintura al Belvedere en préstamo’”.

En la página web de la Klimt Foundation a Ucicky se le presenta como un coleccionista que “a lo largo de su vida reunió obras de su padre Gustav Klimt, quizás para compensar la insuficiente relación padre-hijo de su infancia. Su colección comprendía alrededor de 10 pinturas y más de 15 dibujos”.
El cuadro La novia ha estado en préstamo en el Belvedere desde 1963, si bien en 1966 Ursula Lena Ucicky meditó colgarlo de nuevo en su dormitorio cuando el director le informó de que no había planes de exponerlo en la colección permanente debido a su explosivo contenido erótico. Que el lienzo no esté acabado, lejos de birlarle valor, lo multiplica. En el periodo de entreguerras la obra giró por Europa y estuvo colgada en toda su monumentalidad junto a El beso de Klimt en el Belvedere. Permite además las especulaciones sobre su alegoría. La nueva exposición ofrece un hallazgo original: encuentra un lazo entre el relato La novia de Arthur Schnitzler, escrito en 1891, y el lienzo de Klimt; entre el personaje de la antigua prostituta y la figura femenina del vestido azul cobalto.

El Belvedere exhibe el cuadro junto a otro lienzo inacabado de Klimt, Adam y Eva, y acompañado de obras de Egon Schiele y Felix Albrecht Harta. La muestra examina el espacio donde lo creó, su atelier en Feldmühlgasse en el distrito vienés de Hietzing, que hoy se puede visitar y que Egon Schiele intentó alquilar sin fortuna tras la muerte de Klimt. Y sobre todo, exhibe meticulosamente los estudios preliminares de desnudos femeninos en los que trabajó el artista para el cuadro y enseña por primera vez en público su último cuaderno de bocetos. Se puede ver incluso lo que no se ve en la pintura, las correcciones y alteraciones que hizo Klimt sobre el lienzo cazadas por los restauradores.
Con todo, lo que no han averiguado los comisarios es cómo, cuándo y por qué llegó el cuadro a Gustav Ucicky de manos de Emilie Flöge. Esta diseñadora de moda (1874-1952), confidente de Klimt en una relación tan sólida e inusual que nunca contemplaron casarse ni vivir juntos, salvo en los días de vacaciones, heredó la pintura tras la muerte del pintor en 1918. “La transferencia de propiedad ocurrió entre 1948 y 1952. Desafortunadamente, no se han conservado ni la factura ni documentos similares”, dice Franz Smola.

A Ucicky, como a su padre, también le sorprendió la muerte. Falleció por un infarto en 1961 durante el rodaje de la adaptación cinematográfica de la novela de Knut Hamsun El capítulo final. Hamsun, Nobel de Literatura en 1920, también fue buen amigo de Goebbels y agente del nazismo. Cuando Hitler se suicidó en su búnker berlinés, lo definió como “un predicador del evangelio de justicia para todas las naciones”.
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