Jay-Z cae en el esperpento con ‘4:44’, su nuevo disco
El álbum sirve al rapero para pedir perdón a Beyoncé, su esposa, pero cae en la irrelevancia musical


En septiembre del año pasado se filtró un vídeo grabado en un ascensor en el que Solange, la hermana de Beyoncé, atizaba a Jay-Z, el marido de la más grande y respetada estrella del pop. Hace escasamente tres semanas, Taylor Swift, la estrella del pop que todo el mundo ama odiar, volvió a la plataforma de streaming más universal, Spotify, tras un intento fallido de liderar una tendencia disruptiva en el mundo online. Esta pasada semana, durante la celebración de los premios BET, un evento que celebra la cultura negra en EE UU, el rapero Joe Budden, que debutó en esto de la música hace 14 años, estuvo a punto de llegar a las manos ante las cámaras con el combo Migos, autores de Culture, su segundo disco y uno de los mejores álbumes del hip hop que se van a editar este año.
Estos tres dispares acontecimientos explican el lanzamiento el pasado viernes de 4:44, el nuevo álbum de Jay-Z, un tipo que fue referente en el hip hop hace más de una década, se convirtió luego en un empresario de éxito, propietario de un equipo de la NBA, los Brooklyn Nets (21 partidos ganados y 61 perdidos esta pasada temporada), de una plataforma de streaming llamada Tidal que iba a acabar con Spotify solo con la premisa de que su propietario era célebre. También se casó con Beyoncé, le fue infiel y, mientras todo esto pasaba, dejaba de significar algo en el mundo de la música. Su nuevo largo es uno de los mayores esperpentos que ha vivido la música en este siglo XXI.
Este disco, pues, viene marcado por lo empresarial, por lo confesional y por lo musical. En abril del año pasado, Beyoncé lanzaba Lemonade, tal vez su mejor álbum. En él, la ex Destiny's Child utilizaba un lanzallamas para denunciar las infidelidades de Jay-Z, asegurándose con eso una exposición mediática descomunal. El asunto es que, además de dar carnaza a la prensa rosa, el disco era fabuloso y resultó un éxito global, además de ser un ejercicio más que relevante de creatividad y modernidad. Beyoncé demostraba, como antes había hecho Kanye West, que si uno lanza algo incómodo, progresivo y experimental desde las páginas de la revista People se asegura que quienes jamás escuchen lo hagan, y si es bueno, les guste. Jay-Z, con 4:44, ha perdido la oportunidad de sumarse a esta tendencia. Simplemente, pide a perdón a Beyoncé por haber sido malo.
Cuando el rapero apareció en 'Crazy in love', se ganó la oportunidad de hacerse global. En vez de afinar su talento musical, entró en bolsa
Cuando en 2003, el rapero apareció en Crazy in love, de Beyoncé, uno de los singles clave para entender aquella década, ganó la oportunidad de hacerse verdaderamente global. En vez de afinar su talento musical, entró en bolsa. Es un tipo que fuma puros caros, bebé champán caro, lleva trajes caros y tiene una plataforma digital de streaming cara. Y claro, este disco solo se puede hoy escuchar a través de esa plataforma y tras una petición que debió haber sido formulada antes del 26 de junio, lo que provoca que disfrutar de 4:44 hoy está solo al alcance de hackers rusos.
Finalmente, lo musical. Artistas como Kendrik Lamar, Vince Staples, Danny Brown, YG, Chance The Rapper o los propios Migos lideran una edad de oro del hip hop. Mezclan inquietud digital y unas letras que hablan de lo suyo, pero también de lo que importa. Su éxito ha propulsado un nuevo formato de pelea entre artistas de hip hop. Hasta hace poco las rivalidades más relevantes sucedían entre raperos coetáneos que pugnaban por escalar en la listas. Hoy, como el caso de Budden y Migos demuestra, la batalla está entre el ayer y el hoy. Desde esos primeros noventa, cuando coincidieron Gang Starr, Nas, De la Soul o A Tribe Called Quest el género no vivía una explosión de talento tan grande. Jay-Z ha perdió la oportunidad del hoy porque lo ha apostado todo al yo.
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