Muchos de estos niños fueron evacuados a zonas de retaguardia, sobre todo Valencia y Murcia, adonde sus padres los alejaron para apartarles de los temibles bombardeos con los que la Luftwafe hitleriana.BIBLIOTECA NACIONAL / RAFAEL CERILLOEn todos los dibujos infantiles en los que aparecen aviones, la mitad de ellos exhiben esvásticas nazis en sus fuselajes. "Para los niños, los aviones despertaban siempre una sensación de fascinación y miedo, simultáneamente", explica María José Millán.BIBLIOTECA NACIONAL / FERNANDO HUERTASUno de los niños que pintó aquellos dibujos, Carlos Sanz, hoy octogenario, se hallaba ayer en la exposición. "¿Cómo no voy a recordar las bombas de aquellas pavas gigantes [trimotores bombarderos]?", cuenta. "Con el tiempo me hice pintor, y trabajé 35 años como decorador en el hotel Plaza", explica.BIBLIOTECA NACIONAL / VIRIATO GARCÍA"Yo tenía once años. Había sido evacuado al área de Játiva. Me alojaron en una colonia infantil donde era feliz; pero, un día, los aviones vinieron; cruzaron por encima de la Montaña del Elefante y lanzaron su carga sobre un tren militar; mis compañeros me contaron que los cuerpos de los que viajaban en el convoy quedaron esparcidos por las copas de los árboles", explica.BIBLIOTECA NACIONAL / MANOLITA MORENOGervasia Díez, madrileña de 81 años, evoca: "Yo vivía en el barrio de la Prosperidad. Cuando nos dijeron que los niños nos marchábamos, mi madre nos hizo unos trajecitos con cortinas fruncidas; mi padre, que estaba en la retaguardia, nos acercó hasta la estación en coche. No paramos de llorar".BIBLIOTECA NACIONAL / INÉS MILLÁN"Al llegar, descubrí con sorpresa que la vida era feliz. La felicidad sólo se me esfumaba cuando nos daban noticias de bombardeos sobre Madrid. Han bombardeado la Prospe, me decían y yo me llevaba unos sofocos soberbios", añade Díez.BIBLIOTECA NACIONAL / MERCEDES COMELLASArturo Matarranz, tiene hoy 80 años: "Me enviaron a la provincia de Murcia, a una finca llamada La Pineda, en El Palmar. Era de un lujo enorme: tenía incluso capilla y estaba vigilada por guardeses. Aquello era para mí la eterna felicidad".BIBLIOTECA NACIONAL / RICARDO PRAT