España encara el fin de una larga ola de calor que ha elevado al extremo el riesgo para la salud
Los días con más alertas rojas sanitarias activas del verano fueron el viernes y sábado pasados. Este episodio está entre los tres más duraderos registrados por Aemet desde 1975

España afronta este lunes el final de una larguísima ola de calor de 16 días. Ha sido el segundo episodio de este tipo de un verano en el que las alertas por el riesgo para la salud debido a las altas temperaturas están siendo una constante: desde el 1 de junio y hasta este 18 de agosto solo ha habido tres días sin avisos sanitarios de este tipo. Sin embargo, las jornadas con más riesgo de todo el verano han sido el viernes y sábado pasados, cuando más alertas rojas de salud se han registrado en España, según los datos recabados por EL PAÍS.
Estas alertas están, lógicamente, ligadas a las temperaturas, que este mes de agosto están siendo mucho más altas de lo normal. El aviso especial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) por ola de calor actual se activó el 3 de agosto y la última previsión de este organismo es que dure hasta este lunes inclusive. “A partir del martes las temperaturas serán las propias de esta época del año”, señalaba la agencia a finales de la semana pasada al anunciar la entrada de una masa de fría que dará un respiro. A partir del martes seguirá el calor, pero no extremo.
El cambio climático, según apuntan los informes científicos y los datos observados por Aemet, está haciendo ya que las olas de calor sean cada vez más duras y largas ―se están incrementando a un ritmo de tres días por década―. A falta de que se consoliden los datos de este verano, la ola de este agosto está entre las más largas que ha sufrido España con esos 16 días de duración. Según la base de datos de Aemet, que arranca en 1975, de las 76 olas de calor que se han vivido en la España peninsular y Baleares, la más duradera fue la de finales de junio y principios de julio de 2015, que alcanzó los 26 días. Le sigue una de julio de 2022, con 18, y otras dos más (en 2003 y también en 2022) con 16. Es decir, la de este agosto estará entre las tres más largas, aunque los datos son todavía provisionales.
A finales de junio, Aemet ya activó un primer aviso por ola de calor durante cuatro días. Aquel evento, sin embargo, no fue tan extremo como el que se ha vivido durante las primeras semanas de agosto en gran parte de la Península.
Una de las consecuencias más visibles y trágicas de esta ola han sido los incendios forestales que todavía está padeciendo el país. De hecho, hasta principios de agosto la superficie quemada estaba en la media de los últimos 18 años en España, según los datos del sistema europeo del sistema europeo de información sobre incendios forestales (EFFIS). Pero en solo diez días de llamas descontroladas en un sinfín de incendios la estadística se ha roto y la superficie afectada se ha multiplicado por más de tres, según los datos provisionales del sistema europeo de vigilancia satelital.
Pero más allá de la cara destructiva del fuego, el calor es un asesino silencioso que todos los años se lleva miles de vidas por delante. Para prevenir los daños sobre la salud, existe un plan de alertas sanitarias ligado a las altas temperaturas. Ese sistema parte de los datos de Aemet, que se cruzan con los umbrales de temperatura a partir de los que se dispara de una forma estadísticamente reseñable en cada zona la mortandad ligada al calor. Porque no es lo mismo que se alcancen los 40 grados en la campiña cordobesa, donde es algo que ocurre con relativa frecuencia y la población está ya más adaptada, a que ocurra, por ejemplo, en Asturias o Cantabria.
Tanto el sistema de Aemet como el de Sanidad dividen el país para sus alertas en 182 zonas de meteosalud (áreas de territorio formadas por varios municipios que son homogéneas respecto al comportamiento de las temperaturas diarias). Entre el 1 de junio y este 18 de agosto, solo en tres días —2,3 y 4 de junio— no ha habido ningún aviso sanitario activo por altas temperaturas, lo que da una idea de los complicado que está siendo este verano.
Los dos peores días han sido el viernes y sábados pasados, cuando prácticamente toda la Península y Baleares tenían alguna alerta activa de Sanidad. Pero lo más llamativo ha sido la intensidad del episodio: el sábado el 46% de las 182 zonas de meteosalud del país están en el nivel máximo de riesgo, el rojo; el viernes, se llegó hasta el 52%.
Cada día de calor extremo es una nueva jornada que pone en riesgo la salud de la población, sobre todo la más vulnerable: personas mayores con patologías previas, especialmente, si no pueden refugiarse en lugares con aire acondicionado. Está muy estudiado que el aumento de la temperatura incrementa los ingresos hospitalarios y la mortalidad.

Los problemas de salud casi siempre tienen que ver con la deshidratación que produce en organismos descompensados. Un artículo publicado el año pasado en Environmental Health Perspectives estudió más de una década de ingresos hospitalarios cuando las temperaturas superaban el umbral de confort. Halló que las hospitalizaciones por trastornos metabólicos y relacionados con la obesidad prácticamente se duplican, por insuficiencia renal suben un 77,7%; por infecciones del tracto urinario, un 74,6%; las sepsis aumentan un 54,3%; los cálculos renales, un 49%; y las intoxicaciones por fármacos u otras sustancias, un 47%.
También aumenta la mortalidad. El riesgo individual “sube exponencialmente a medida que se acumulan los días”, explica Aurelio Tobías, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). “A nivel poblacional, sin embargo, más días de ola de calor no repercuten en un aumento exponencial de la mortalidad, porque son los primeros los que se llevan por delante a los más vulnerables”, explica.
Tobías es uno de los creadores de la aplicación MACE, que mediante los datos que proporciona el Ministerio de Sanidad sobre muertes hace un cálculo de cuántas pueden ser atribuibles al calor, teniendo en cuenta los umbrales de riesgo en cada provincia. En lo que va de verano calcula que los días de calor alto se han cobrado 8.736 vidas, y los de calor extremo 2.447. No se incluyen los fallecimientos a partir del 10 de agosto, que no están todavía actualizados, con lo que se espera que aumenten significativamente.
Aplica distintos valores a cada provincia porque la vulnerabilidad es distinta. No es igual la preparación para afrontar 35 grados en León que en Málaga, por ejemplo. Como no lo es en España respecto a otros países europeos que no cuentan con aire acondicionado en la mayoría de los hogares. En los nórdicos, tras más de 20 días por encima de 30 grados, los problemas de salud ya se están haciendo notar. “Con los hospitales sobrecalentados y saturados, y algunos obligados a cancelar cirugías programadas”, como informa The Guardian.
Los cálculos de mortalidad, en cualquier caso, son una deducción estadística, no un registro individual de cada muerte por calor, algo muy complicado de discernir, porque en los registros de defunción aparece el fallo orgánico último, como puede ser un infarto o una insuficiencia renal, y no las causas que condujeron a este desencadenante mortal que es, según estos cálculos, el calor.
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