La amenaza de los satélites de Elon Musk eclipsa también a los telescopios espaciales como el ‘Hubble’
Un nuevo estudio predice que el 96% de las imágenes de la misión ‘ARRAKIHS’, liderada por España, quedarán contaminadas por la luz de los más de 500.000 artefactos que Starlink y otras megaconstelaciones pretenden desplegar


Primero llegaron unas curiosas luces en el cielo tras el anochecer, que sorprendieron a los aficionados a la astronomía; y los más entusiastas con el nuevo fenómeno, provocado por la red de satélites Starlink de Elon Musk, animaron a todos a salir a contemplar el espectáculo de los trenes luminosos que generaban estos artefactos durante su ascensión. Luego vinieron las protestas de los astrónomos, que veían cómo esas luces arruinaban las imágenes de sus telescopios atravesándolas con intensas rayas blancas; entonces, Musk prometió minimizar esos efectos —con mejoras que nunca llegó a aplicar— y animó a los científicos a no limitarse a los observatorios terrestres: tendrían que salir más al espacio. Ahora un estudio de la NASA alerta de que ni siquiera los telescopios espaciales como el Hubble podrán escapar de esa amenaza, la que las constelaciones de satélites suponen para la astronomía.
La nueva investigación, liderada por el astrofísico español Alejandro Serrano Borlaff, muestra que al menos una de cada tres imágenes del Hubble quedarán contaminadas por la luz de los satélites, si se completan los proyectos para la próxima década de esas grandes constelaciones como Starlink, que ya han pedido autorización para lanzar más de 500.000 satélites. “Este es el primer estudio científico cuyo objetivo principal es investigar los efectos de la contaminación lumínica en telescopios espaciales teniendo en cuenta esos planes anunciados por la industria”, afirma Borlaff desde el Centro de Investigación Ames que la agencia espacial de EE UU tiene en Mountain View (California).
Y las consecuencias serían aún peores para la nueva generación de telescopios espaciales que está empezando a despegar. Uno de ellos protagoniza ARRAKIHS, la primera misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) que estará liderada científicamente por España. Según el estudio del equipo de Borlaff —que publica este miércoles la revista Nature, escaparate de la mejor ciencia mundial—, las trazas blancas de los satélites tan molestas para los astrónomos rayarán el 96% de las imágenes de este futuro telescopio espacial europeo.
El veterano Hubble y el recién llegado SPHEREx —lanzado en este 2025— son dos de los telescopios espaciales que la NASA tiene en la órbita terrestre baja, la zona del espacio poblada actualmente por más de 9.000 satélites Starlink de Elon Musk, la mayoría girando a unos 550 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. La nueva investigación predice que, con 560.000 satélites desplegados en órbita, casi el 40% de las imágenes del Hubble contendrá al menos una traza de un satélite; en el caso de SPHEREx quedarían contaminadas hasta el 99% de las astrofotografías.

Borlaff explica que el impacto de esas rayas artificiales que predice su estudio para las imágenes de ambos telescopios de la NASA “dependerá del objetivo científico de cada investigación. Si las observaciones se pueden repetir o combinar, es posible corregir parcialmente los datos, no sin cierto coste. Si las trazas de los satélites contaminan una observación que depende del momento en el que se obtengan, o que necesiten buscar objetos móviles como asteroides, entonces el efecto puede que sea significativo.” Este astrofísico español recalca que, en cualquier caso, todos los telescopios perderían cierta calidad o profundidad de imagen, independientemente del tipo de observación; y advierte de que “uno de los campos que podrían verse más afectados es la búsqueda de asteroides potencialmente peligrosos para la Tierra”.
No es el caso de ARRAKIHS, que orbitará a unos 800 kilómetros de altitud en busca de nuevas claves para estudiar la materia oscura. Este proyecto de telescopio espacial, seleccionado por la ESA para lanzar a partir del año 2030, ha sido ideado por científicos del Instituto de Física de Cantabria. El líder de ese equipo, Rafael Guzmán, alaba la calidad científica de la nueva investigación de Borlaff que se publica ahora y coincide en la necesidad de las advertencias que lanzan sus conclusiones: “Como astrónomo, no puedo estar más preocupado de la deriva a la que nos están llevando ciertas multinacionales”.
“Se equivoca con ‘ARRAKIHS”
Sin embargo, Guzmán señala que “desgraciadamente, el artículo de Borlaff está equivocado con respecto a ARRAKIHS. Si vemos el diagrama publicado por Nature, nuestra cámara binocular aparece orientada de manera tangente al limbo de la Tierra: así, estaría observando muchísimos satélites y esos son los números que él deriva. Pero eso no va a ser así”. Este astrofísico explica que así fue en un primer prototipo pero que en la versión definitiva, la seleccionada por la ESA, el telescopio espacial estará orientado de manera perpendicular —de espaldas a la Tierra— y girará un máximo de 60 grados a cada lado: “Como va a estar mirando hacia el cénit de la Tierra, la cantidad de satélites que van a pasar por su campo de visión va a ser muchísimo menor de lo que él estima”, señala Guzmán.
El jefe del proyecto ARRAKIHS en la ESA, Carlos Corral, coincide con Guzmán en que el brillo de satélites como los Starlink no va a ser un problema para esta misión científica y muestra su sorpresa por los datos que calcula Borlaff en su artículo. “Nuestras estimaciones previas indican un impacto muchísimo más reducido, del orden de solo un 1% de las imágenes que puedan ser no del todo válidas”, afirma Corral, quien además señala que “ARRAKIHS es una misión muy robusta. Está preparada para lidiar con una interferencia natural —la de los rayos cósmicos— que sí es del calibre que esta nueva investigación atribuye a los satélites. Nosotros vamos a tomar 900 imágenes de cada galaxia estudiada, durante un total de 150 horas. Si un satélite, o un rayo cósmico, cruzan en un instante una zona de interés de algunas de esas imágenes y nos las invalida, volvemos a tomar más imágenes y ya no van a estar ahí“.
De todos modos, este científico de la ESA recalca que “esto nos afecta en otras misiones y, en general, por el aumento de la basura espacial y la posibilidad de colisiones. Claramente, no es una buena idea llenar el cielo de decenas de miles de satélites. Es un problema sobre todo para los telescopios terrestres, pero de ese problema no puedes escapar ni saliendo al espacio”, zanja Corral.
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