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Los Manuscritos del Mar Muerto fueron escritos antes de lo que se creía, según la IA

El análisis de su caligrafía por una máquina ha retrasado la datación de más de un centenar de ellos, reescribiendo su origen

Copia de los Diez Mandamiento en uno de los Rollos de Qumrán exhibida en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan, en Simi Valley, California
Miguel Ángel Criado

Son algo más de mil, muchos de ellos fragmentados, y llevan décadas siendo un rompecabezas. Ahora, un sistema de inteligencia artificial le ha puesto fecha a un centenar de Manuscritos del Mar Muerto, los textos más antiguos que hay, tanto para judíos como para cristianos. Entrenada con unos cuantos rollos datados con la técnica del carbono-14, la nueva máquina ha adelantado su redacción entre 50 y 150 años antes de lo que se creía. En un trabajo publicado en PLoS ONE, los creadores de esta IA creen que su combinación con la paleografía tradicional (el estudio de los textos antiguos) y la datación por radiocarbono podría resolver el puzzle y ordenar los centenares restantes, lo que esclarecería uno de los momentos fundacionales de dos de las grandes culturas humanas.

“En efecto, muchos manuscritos son anteriores a lo que se suponía”, dice en un correo Mladec Popović, director del Instituto Qumrán de la Universidad de Groninga (Países Bajos) y coautor de esta investigación. Enoch es la IA que han creado sus colegas del Instituto Bernoulli de Inteligencia Artificial de la misma universidad. Popović lleva décadas estudiando los también llamados Rollos de Qumrán, primero apoyado en las herramientas paleográficas, ahora con la IA. “Enoch [Enoc, en español] se menciona en la Biblia, Génesis 5, donde se dice que caminó con Dios y ya no existía”, comenta Popović. Los autores del judaísmo antiguo escribieron cómo el arcángel Uriel le mostró cómo funcionaba el cosmos. “Esta literatura es una especie de ciencia antigua en el judaísmo. Pensé que sería apropiado nombrar nuestro modelo de predicción en honor a Enoch”, completa.

Popović destaca que “la investigación no se limita a afirmar que todos los manuscritos tienen entre 50 y 100 años más de antigüedad”. Aún más relevante para él, es “su capacidad para datar manuscritos individuales, lo que permite obtener detalles y matices”, detalla. Esta mayor precisión cronológica para cada uno de los rollos y no para el conjunto, “podría cambiar, por ejemplo, la perspectiva de los académicos modernos sobre el desarrollo de ideas específicas en ese período”, termina Popović. Hasta ahora, se consideraba que el conjunto de manuscritos había sido escrito en el 250 antes de Cristo y el 60 después de Cristo.

Parte del equipo del Instituto Bernoulli de Inteligencia Artificial de la Universidad de Groninga observa uno de los Manuscritos del Mar Muerto. Entrenaron a su sistema con copias digitalizadas de 25 de ellos.

A Enoch lo entrenaron presentándole copias de 25 manuscritos que habían sido datados previamente con la técnica del carbono-14. Escritos sobre piel de cordero (aunque hay unos pocos papiros, de origen vegetal), tomaron 7 miligramos de cada pergamino para datarlos con la principal herramienta que tienen los científicos para conocer la fecha de cualquier material biológico, ya sea un hueso humano o un trozo extendido de cuero animal. Sobre ese puntal, la IA trabajó como un paleógrafo artificial, no analizando el contenido, sino la forma del texto, su trazo o la forma de la letra, ya fuera escrita en arameo imperial o en hebreo cuadrado o ashurí (una escritura surgida entre los judíos de Babilonia). Colocó cronológicamente bien a 24 de los 25.

Una vez entrenado, Enoch tuvo que enfrentarse a la copia digitalizada de 135 de los algo más de mil rollos que se han encontrado en las cuevas que circundan el mar Muerto desde que, a mediados del siglo pasado, unos beduinos encontraran los primeros. Tras datar cada uno de ellos, los pudo colocar de forma cronológica. Un grupo de paleógrafos humanos revisó sus resultados, encontrando que el 79% de sus dataciones eran realistas. Para los autores, la IA ofrece objetividad a una disciplina, la paleografía, muy subjetiva.

No es la primera vez que este grupo de investigadores usa la IA para estudiar los Rollos de Qumrán. En 2021 publicaron su trabajo sobre el Gran Rollo de Isaías, el pergamino más grande, con sus seis metros de longitud, y que recoge el libro homónimo tanto del Tanaj judío como de la Biblia cristiana. Entonces, la IA descubrió que el texto había sido escrito por dos escribas diferentes. “Existen similitudes entre ambos métodos: ”El uso de pequeños detalles en la forma del trazo de la tinta es muy similar. Sin embargo, esta información la usamos en Isaías para encontrar pruebas de dos posibles escritores, mientras que con Enoch, usamos un paso de procesamiento (llamado regresión) para estimar la posición de los manuscritos a lo largo de la línea del tiempo", explica el profesor del Instituto Bernoulli de Inteligencia Artificial y coautor del trabajo, Lambert Schomaker.

Otra ventaja más evidente que ofrece Enoch es que no daña los rollos. “Ahora podemos estimar la fecha de los manuscritos sin necesidad de cortar con tijeras un valioso fragmento de papiro o piel de oveja para el tratamiento químico y el experimento físico que constituye la datación por carbono”, recuerda Schomaker. Además, la IA trabaja con copias digitalizadas. “El reconocimiento de patrones, por otro lado, no es destructivo; simplemente utilizamos las imágenes escaneadas; no se necesita papel ni se destruye”, detalla.

La última gran fortaleza de Enoch es que lo ofrecen al resto de estudiosos de los Manuscritos del Mar Muerto. Popović adelanta que ellos usaran la IA para los rollos a los que tienen acceso, “pero la herramienta de Enoh ya está disponible para los eruditos de todo el mundo, de modo que también puedan trabajar con ella y datar los manuscritos individuales cuya fecha deseen conocer”.

Sobre las implicaciones históricas de sus hallazgos, Popović recuerda que aún es demasiado pronto. “A modo de prueba, aplicamos la herramienta a 135 manuscritos de los más de 1.000 existentes. Por lo tanto, no podemos dar una respuesta definitiva sobre cómo nuestros hallazgos cambian nuestra comprensión del período”, Pero el veterano paleografólogo está convencido de que combinando IA, datación por radiocarbono y el análisis tradicional humanos, se podría dar respuesta a la pregunta que se viene haciendo desde hace años: “La importancia de estos resultados de datación es que nos permiten estudiar las manos reales que escribieron la Biblia porque nos proporciona pistas sobre el contexto social de la producción y difusión del texto”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.
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