Noche de fervor y magia rojiblanca
Aficionados del Athletic viven una jornada inolvidable y despiden al Manchester con una salva de aplausos

Maniquíes ataviados con vestidos y camisetas rojiblancas asistían impávidos pero cómplices tras los cristales de los comercios bilbaínos al prolongado y nutrido desfile de aficionados del Athletic que ayer avanzaban desde San Mamés hasta las zonas de bares de la capital vizcaína para celebrar su gran noche de fiesta. La Gran Vía ofrecía una imagen inédita al filo de las diez de la noche de un jueves. Cientos de hinchas coreando cánticos y haciendo corrillos para comentar con ardor cada jugada de un partido histórico atestaban la principal arteria de la villa. En la plaza Moyua, varios jóvenes decidieron escalar, descalzos, hasta lo alto de la torre para sacudir sus bufandas ante los alarmados transeúntes. Uno tras otro, con algún traspié peligroso incluido, fueron subiendo y mojándose hasta los huesos parea celebrar a su manera la gesta de su equipo del alma.
Con el céntrico edificio de una aseguradora iluminada con los colores del Athletic, varios grupos aprovecharon para inmortalizar con sus cámaras una noche especial. La huelga del metro contribuyó a engordar el masivo tránsito de aficionados por las calles de Bilbao y las carreteras no fueron tampoco ajenas al trasiego rojiblanco. El caos circulatorio en el centro de la villa (los conductores aprovecharon los tiempos muertos para entonar a base de pitidos diversas versiones del himno del Athletic) y el fuerte dispositivo policial desplegado no influyeron en el desarrollo de la entregada celebración bilbaína. Si las calles Maestro García Rivero, Rodríguez Arias, Alameda Urquijo y Pozas son paradas ineludibles para los aficionados rojiblancos, ayer casi se convirtieron en su fortín. Un hervidero de análisis diversos y sueños que se antojaban más posibles que nunca. “¿Y si llegamos a la final?”, “¡Espero que Bielsa renueve!”, “Este partido no se me va a olvidar nunca”, comentaban las cuadrillas entre risas y copas. Atravesar la selva de bufandas, camisetas, bocinas y banderas era una misión casi imposible para cualquiera, como también era improbable encontrar trifulcas. Los hinchas de uno y otro lado supieron fundirse en un sano festejo exento de violencia y animosidad.
La elegancia de ambos bandos quedó patente en el propio campo. El gol de Rooney fue aplaudido de manera sentida y sincera por la hinchada rojiblanca y cuando el encuentro terminó, la afición del Manchester fue despedida con una salva de aplausos al grito de “¡United, United!”. Giggs también fue despedido cuando abandonó el campo casi como si se tratara del mismísimo Llorente en un ambiente de admiración mutua entre los adversarios.
La fiesta en que se convirtió la jornada en Bilbao empezó desde primera hora de la mañana. Mientras los bares recibían sus pedidos especiales, de cerveza sobre todo, y los edificios se engalanaban con banderas del Athletic, un buen número de bilbaínos acudía a trabajar o a hacer la compra ataviados con camisetas del equipo local bajo la americana o al menos con la bufanda bicolor adornando la chaqueta.
La Ertzaintza detuvo a dos jóvenes por desórdenes públicos tras el choque
El buen ambiente llegó al punto de que aficionados de ambos conjuntos compartieron cánticos, cerveza y kalimotxo en los bares cercanos a La Catedral. El partido había sido declarado de alto riesgo, pero los hinchas demostraron que no había riesgo, sino buenas dosis de fraternidad. Aunque, como en todo, siempre hay excepciones. La Ertzaintza detuvo ayer a dos jóvenes acusados de participar en desórdenes públicos tras finalizar el partido. Sobre las 20.50 horas, pocos minutos después de finalizar el encuentro, varios jóvenes lanzaron objetos contra efectivos de la Policía autónoma que se encontraban desempeñando labores de vigilancia en la calle Luis Briñas, cercana al estadio. Posteriormente, estos individuos cruzaron contenedores en la calle Licenciado Poza, una conocida zona de bares de Bilbao también cercana a San Mamés.
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