Fraude interno: el coste invisible que erosiona a las empresas
Casi la mitad de las compañías españolas registra irregularidades en la gestión de gastos, una amenaza para los ingresos, la rentabilidad y la confianza corporativa

El fraude interno se ha convertido en una de las amenazas más extendidas dentro de las organizaciones. A diferencia de los grandes escándalos financieros, este fenómeno se infiltra en la rutina diaria y, al menos por un tiempo, puede pasar inadvertido. Un justificante inflado, una factura duplicada o un gasto personal presentado como corporativo son prácticas aparentemente menores que, repetidas en el tiempo, erosionan resultados y minan la confianza en la empresa.
Los organismos internacionales llevan años alertando sobre la magnitud del problema. La Association of Certified Fraud Examiners (ACFE) calcula que las compañías pierden, de media, un 5% de sus ingresos anuales por estas irregularidades. Las pérdidas pueden oscilar entre 70.000 euros y 3,5 millones de euros por caso, según el tamaño de la empresa y la duración de la práctica.
En España, la Asociación Española de Empresas Contra el Fraude (AEECF) constata en su informe 2024/2025 que la situación, lejos de mejorar, sigue al alza. El 78% de las empresas detectó más intentos de fraude que el año anterior y el 61% confirmó un aumento en los casos consumados. Lo más llamativo es que más de una quinta parte de las compañías ya registra estas pérdidas como parte recurrente de su cuenta de resultados, mostrando cómo esta amenaza se ha normalizado dentro de la contabilidad y la gestión interna, asumida como un coste más a digerir.
Una de las prácticas más comunes es la duplicación de justificantes, a menudo acompañada del inflado de importes para simular costes mayores
Es en la gestión de gastos donde esta problemática se hace más evidente. Un estudio de 2025 de Tickelia, solución 360º para la gestión de gastos de empresa desarrollada por Inology, empresa recientemente adquirida por la multinacional europea Forterro, revela que el 46% de las compañías españolas ha detectado irregularidades en este ámbito. Teniendo en cuenta que muchas organizaciones carecen de mecanismos de detección eficaces, la cifra real podría ser aún mayor.
Estas irregularidades se manifiestan de múltiples maneras. Una de las más comunes es la duplicación de justificantes, a menudo acompañada del inflado de importes para simular costes mayores de los reales. También se observa manipulación digital de documentos, el uso de facturas falsas adquiridas en internet y la imputación de gastos personales como corporativos. En otros casos, los reembolsos se presentan fuera de plazo o se introducen conceptos no autorizados, confiando en que los controles manuales no los detecten.
La tecnología es la clave
La sofisticación tecnológica de algunas de estas acciones hace que identificarlas sea todavía más complejo. Sin auditorías sólidas ni protocolos claros de supervisión, las señales pueden perderse en la rutina diaria. Pero Óscar Llonch, CEO de Inology, afirma que hay soluciones: “El fraude interno continúa siendo un desafío relevante para las empresas españolas, en especial en la gestión de gastos y reembolsos. Estas prácticas afectan directamente a la rentabilidad, la reputación y el cumplimiento normativo. La clave está en implementar procesos sólidos y apoyarse en tecnología avanzada que permita automatizar validaciones, detectar irregularidades y garantizar trazabilidad”.
En la práctica, esto significa pasar de controles manuales y revisiones a posteriori a un modelo preventivo: sistemas que digitalizan justificantes, cruzan datos en segundos y emiten alertas inmediatas ante cualquier anomalía. Así, el fraude deja de ser un riesgo latente para convertirse en un área bajo control, con auditorías más sencillas, procesos más rápidos y una cultura interna más transparente. También es importante que la prevención de estas prácticas se aborde como una estrategia transversal, involucrando al área de finanzas, recursos humanos, legal y a la dirección general.
El fraude interno no es un daño colateral inevitable, sino una amenaza estructural que exige atención. Las cifras confirman que mirar hacia otro lado no es una opción: prevenirlo y enfrentarlo con decisión es ya una condición imprescindible para la rentabilidad, la transparencia y la sostenibilidad de las empresas.
Las malas prácticas golpean más allá de los números
Impacto económico: pérdidas acumuladas que afectan la rentabilidad y pueden comprometer la cuenta de resultados y, en el peor de los casos, la sostenibilidad de la empresa.
Menoscabo reputacional: impacto sobre la imagen ante inversores, clientes y proveedores.
Erosión de la cultura corporativa: y también de la moral del equipo, especialmente si la práctica se tolera desde mandos medios o directivos.
Complicaciones legales: posibles sanciones costosas, inspecciones o acciones judiciales que comprometen la reputación corporativa.