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La punta de la lengua
Columna
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“Va a ir p’alante”, dice un ‘echao p’alante’

La expresión se ha venido usando en la jerga policial para referirse al acto de llevar a un detenido al calabozo

Álex Grijelmo

Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de la presidenta madrileña, ha contribuido a la cultura lingüística difundiendo con insistencia oral y escrita la expresión ir p’alante: “El fiscal general va a ir va pá’lante”. “Vais a ir todos pá’lante”. “Begoña va pá’lante; el hermano va pá’lante; Koldo va pá’lante; el fiscal va pá’lante; y Ábalos va mu pá’lante… “. “Tanto Begoña como su marido van a ir pá‘lante”. “Lo que no sabe Pedro Sánchez es que el próximo Pá’lante será él”.

Thomas de Quincey escribió en Del asesinato considerado como una de las bellas artes (1854): “Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia al robo, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente”. Del mismo modo, un periodista que no tiene por qué decir la verdad, según la prueba testifical de Rodríguez, tampoco dará importancia a cumplir con la escritura adecuada para una síncopa (supresión de algún sonido dentro de un vocablo). Vamos, que puede empezar por mentir y terminar por no colocar bien el apóstrofo; se comienza por no consultar a la fuente adecuada y se acaba por no consultar el Diccionario Panhispánico de Dudas.

La extraña grafía del urdidor Rodríguez (él escribe “pá’lante” en sus tuits, con tilde en pá) ha tenido menos aceptación que sus bulos. Los medios reprodujeron al menos tres variantes, casi siempre en cursiva: p’lante, pa’lante y p’alante. Solo esta última es la recomendada por la Ortografía de las academias del español (III. 4.5). Así la han escrito tradicionalmente novelistas y dramaturgos que deseaban retratar a alguien adjudicándole vulgarismos. El mexicano Carlos Fuentes, en La región más transparente (1958), pone en boca de sus personajes las expresiones “p’al norte”, donde está el dinero” y “p’alante y p’atrás”. El español Santiago Moncada, en Siempre en otoño (1993), hacía que Alejandra le dijera a su hermana Elena: “¡Para el carro o m’acatarro!”. Y después: “Coge onda, qu’es la monda”.

“Meter p’alante” se ha venido usando en la jerga policial para referirse al acto de llevar a un detenido al calabozo. El acusado no se limitaba a entrar en la comisaría y prestar declaración en sus oficinas más próximas a la puerta, sino que seguía hasta el fondo. Lo metían p’alante (o p’adentro).

El extendido giro popular p’alante, que también pronuncian personas cultas en conversaciones informales, consta de dos desviaciones de la norma: primero, pa en sustitución de “para”, con supresión de vocal; y después, alante en vez de “adelante”. En algunas ocasiones, la expresión coloquial no admite una alternativa esmerada. Decimos “es muy echada p’alante” (o mu echá p’alante) –como Rodríguez–, pero no surtiría el mismo efecto “es muy echada para delante”.

La síncopa vulgar alante abunda en las narraciones de algunos periodistas deportivos, de quienes sin embargo sería esperable el registro cultivado de la comunicación profesional. Y dicen: “Aceleran los del grupo de alante” (en ciclismo); “falló mucho alante” (en fútbol).

No se suele considerar inculto a quien escribe o pronuncia “p’alante” cuando se ve que lo hace intencionadamente; a quien conocía un registro más cuidado pero prefirió en esa ocasión rebajar su lenguaje; es decir, a quien pudo haber elegido “el fiscal va a ser condenado” y escogió “el fiscal va a ir pá’lante”. Lo curioso es que quien hizo eso, Miguel Ángel Rodríguez, sea el mismo que ha fijado este lema en su cuenta de Twitter/X: “Me entristece el cada vez más bajo nivel de la vida pública española”.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
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