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Rita Bullwinkel, escritora: “Cada momento que vivimos tiene algo de alegría y de dolor, pero el deporte ofrece la fantasía de la victoria o la derrota”

La autora estadounidense, recomendada por Barack Obama y finalista del premio Pulitzer con ‘Golpe de luz’, explora en su primera novela los límites del cuerpo

A mediados de la década de los setenta, la crisis del petróleo puso en peligro el paraíso turístico en que se había convertido Magaluf (Mallorca). Así empezó la guerra de precios que desembocó en la experiencia low-cost. Una frase de Harry Goodman, líder de los turoperadores británicos, se hizo célebre: “Todo el mundo debe poder viajar a Magaluf con una libra en el bolsillo”. Paseando por las cuatro calles de su núcleo turístico parece que aún sobreviva algo de aquella promesa de opulencia para la clase trabajadora. Pero los turistas que apuran la temporada veraniega en octubre, tomando caipiriñas baratas en un bar llamado Tipsy Turtle, son perfectamente conscientes de la mentira, y no pasa nada por alargarla un poco más.

“Un neón bombardea con luz blanca el centro de cada casino. Las personas son como polillas atraídas hacia su propia muerte, pero en vez de la muerte lo que las espera son unos vasos anchos de plástico con alcohol. Los vasos tienen forma de granada de mano. La gente chupa por las pajitas y sostiene las granadas cerca de su cara”, escribe Rita Bullwinkel (37 años, California) en Golpe de luz. Se refiere a los habitantes de paso por Reno, la ciudad del juego considerada la hermana pequeña de Las Vegas. Las personas que describe podrían ser nuestros vecinos en la terraza del bar donde tomamos algo con ella en Magaluf.

“Reno y Magaluf son lugares donde puedes sentir muy intensamente el peso de la economía, donde se quiere vender la ilusión del placer”. Bullwinkel reflexiona a partir de Golpe de luz, una primera novela que ha sido finalista del premio Pulitzer y, para muchos algo aún más importante, la recomendó Barack Obama. La presenta en el FLEM, un festival literario que desde hace cinco años trata de cambiar la imagen del “balconing y mamading” asociada a la ciudad. Aquí todo el mundo es consciente que el estigma es real y, a la vez, todo el mundo quiere que veamos algo más. “El Sónar de la literatura”, como lo define la escritora Glòria de Castro, lo consigue con un programa que combina desacomplejadamente Siri Hustvedt, Antònia Vicens o Javier Cercas con la estridencia de Magaluf.

De Castro modera la conversación entre Bullwinkel y Eva Baltasar, relacionando dos novelas en las que, como escribe Bullwinkel, “el cuerpo es la única arma”. Los cuerpos en Golpe de luz son los de las ocho adolescentes que participan en un torneo en el Palacio del Boxeo de Bob, en Reno. “Este tipo de lugares tienen pabellones deportivos enormes que se alquilan para torneos juveniles”, explica Bullwinkel mientras un grupo de niñas en maillots rosas y lilas se fotografían delante de la playa.

Pregunta. ¿Qué le interesa de lugares como Reno?

Respuesta. Cuando era niña iba a Reno de vacaciones, era más barato que la bahía de San Francisco. Como Magaluf, es un lugar de transición. Claro que hay residentes permanentes, pero la imagen de la ciudad es la de gente de paso. Y los espacios de transición pueden ser muy potentes para ubicar narrativas, son sitios potentes para ver la verdad de un personaje o de ti mismo porque cuando viajamos, ensayamos nuevas identidades fuera de la rutina. Reno y Magaluf tienen una performatividad compartida, con estos resorts con todo incluido, buffets libres... el teatro de la opulencia. Y uno de los temas que más me interesa explorar es cómo nos relacionamos con el dinero. Hay pocos escritores que escriban bien sobre eso. George Saunders, Hillary Leichter, Molly McGhee, David Graebber (aunque no es de ficción). Me interesa la relación entre el dinero y las nimiedades de nuestra vida cotidiana, sus dinámicas de poder en la intimidad.

P. ¿Cómo incluye el dinero en Golpe de luz?

R. El libro detalla explícitamente las transacciones económicas: el dinero que las boxeadoras pagan para competir, la economía del gimnasio, la parte que reciben los entrenadores por cada deportista que tienen compitiendo. Yo competí en waterpolo de alto nivel. Tengo un recuerdo muy vívido de la carga financiera, de pedir dinero para practicar el deporte y la extrañeza de este intercambio.

P. ¿Por qué le interesan los deportes en la literatura, más allá del punto de vista económico?

R. Porque en ellos se da una intimidad física única. Hay muy pocas interacciones dónde sea aceptable mirar a alguien y tocarlo. Ocurre solamente en tres ámbitos: en el encuentro romántico, en las transacciones económicas (pagas a alguien para que te corte el pelo o te dé un masaje, visitas al médico...), y en el deporte. La intimidad de la competición es muy específica: tienes que observar muy de cerca los cuerpos contra a los que te enfrentas. Recuerdo cuerpos de mujeres contra las que competí, pensar qué podían hacer o si eran capaces de herirme. Y elegí el boxeo porque hay mucho de obra de teatro en un torneo. Puedes observar a dos personajes proyectando sus conciencias uno sobre el otro.

P. Muy performativo, también.

R. Exacto. El ring está elevado, la luz es dramática, el público se sienta más abajo de lo habitual. Dos boxeadores son como dos cuerpos hablando. Solo se le parece el tenis. Y no es casual que haya tantas novelas y películas sobre tenistas y boxeadores, de David Foster Wallace a Million Dollar Baby.

El deporte permite vivir falsas victorias. Es algo que puede ser un alivio, especialmente en un mundo tan confuso, ilógico e incomprensible como el actual.

P. En su novela las protagonistas se relacionan con el deporte, pero en especial con la victoria y el fracaso.

R. Competir en un deporte donde las normas son tan claras, o ganas o pierdes, puede ser un alivio, en especial cuando eres niño o adolescente. Ese confort de lo binario que no existe en la vida. Es una falacia. La realidad es mucho más matizada y permeable. Cada momento que vivimos tiene algún tipo de dualidad. De alegría y dolor, de orgullo y vergüenza. El deporte, en cambio, ofrece la fantasía del binarismo, de victoria o derrota. Permite vivir falsas victorias y eso es algo que puede ser un alivio, especialmente en un mundo tan confuso, ilógico e incomprensible como el actual.

P. Pero no juzga la falsedad de ese alivio. Es comprensiva con las protagonistas de la novela.

R. Una de las preguntas fundamentales del libro es: “¿por qué lo hacen?”. No van a recibir reconocimiento social ni económico. No creo que reciban beneficio alguno ni aprender buenas lecciones de vida. Lo que las mueve es más humano o emocional. Quieren competir por el deseo de ser miradas y vistas. Cuando compites tienes que mirar muy de cerca a los otros y aceptar que la otra persona podría ser más poderosa que tú, que es un acto increíble de respeto que las chicas del libro no han encontrado en ninguna otra parte.

P. La estructura de la novela sigue cada eliminatoria de un torneo, pero intercala pasado y futuro de sus protagonistas. ¿Por qué?

R. Me provocan alergia las narraciones que retratan gente de esa edad, las novelas coming of age que pueden condenar una persona a vivir un acontecimiento crucial en sus años adolescentes. Es falso y poco generoso. Es muy triste que un partido o un amor te definan para el resto de tu vida. No creo que sea cierto. Quería dejar claro en la conciencia narrativa del libro que el torneo es importante para cada una de estas chicas, es una parte de lo que son en ese momento, pero tienen futuros ricos y largos por delante con alegría y sufrimiento.

P. ¿Hay algo intrínsecamente femenino en la forma como afrontan la competición estas chicas?

R. Tenemos ocho chicas que hacen algo increíblemente físico con sus cuerpos. Y el cuerpo femenino es una de las imágenes más cargadas que hay, solo hace falta ir a un museo. Quería que tuvieran cuerpos muy específicos y que el lector pudiera observar cómo ellas se ven a sí mismas. Los cuerpos en el contexto del torneo son armas potenciales, y esa es una perspectiva narrativa muy poco habitual sobre el cuerpo joven femenino.

Cualquier interacción, entre cualquier género, implica un examen de poder sexual. En el caso de las mujeres, tu género se te grita más fuerte

P. Hay un personaje que calcula permanentemente si es la mujer más atractiva. ¿Cómo se siente con esa competición femenina, con esa relación con el hecho de ser vista?

R. ¡Es imposible escapar de ello! Cualquier interacción, entre cualquier género, implica un examen de poder sexual. En el caso de las mujeres, tu género se te grita más fuerte y eres más inherentemente consciente de ello. Tengo una hija pequeña y me da miedo eso, no tengo claro cómo se va a relacionar con su cuerpo. A veces pienso que hemos hecho algún progreso y otras que hay más regresión que nunca. En cualquier caso, mi novela no es una llamada a las armas. Se fija en la absurdidad de existir en el cuerpo joven femenino, pero la mayoría de gente de cualquier género vive en negociación permanente con su cuerpo y cómo el mundo lo percibe. Quiero pensar que las cosas que escribo van más allá del género.

P. Ha explicado que sus protagonistas vienen de los suburbios, el contexto donde usted creció. Desde entonces ha aumentado el vocabulario para relacionarse con el género, pero hoy existe una respuesta reaccionaria. El deporte femenino es un territorio donde se discute si las mujeres trans pueden competir con otras mujeres, por ejemplo. ¿Cómo se siente con esta transformación en Estados Unidos?

R. Creo que la histeria fundamentalista de creer en el binarismo de género arraiga en el intenso deseo de oprimir a las mujeres. La liberación trans va unida a la liberación de las mujeres y es muy patético que sea esta violencia lo que haya unido ahora el movimiento político en los Estados Unidos.

P. También es profesora de escritura y editora de una revista literaria. ¿Qué le importa del estilo, qué busca?

R. Escribo todos mis libros en voz alta, el ritmo y el sonido me parecen muy importantes. Creo que la repetición es una herramienta simbólica muy poderosa. Y, cuando leo (y leo mucho), lo que quiero es experimentar una versión del mundo que nunca haya vivido. Quiero salir de mí misma, acabar una novela sintiéndome transformada. Me siento afortunada porque eso me pasa a menudo.

P. ¿Hay algún paralelismo entre la escritura y el deporte?

R. Sí. Los corredores de larga distancia utilizan el concepto “euforia del corredor”, porque pueden llegar a sentir experiencias extracorporales. Cuando escribes, lees o editas intensamente puede pasarte lo mismo. Tienes que construir un mundo ficticio donde dotas las cosas de significado. Y también tiene algo de escapismo, de abandonarse a uno mismo.

P. En el festival habló de la idea de colaboración en el boxeo y en el deporte en general. ¿También en eso se parece a la literatura?

R. Los escritores son los trabajadores del arte. Un libro hace la obra de arte en colaboración con el lector, que trae su experiencia vivida a la lectura. El libro es la herramienta para construir una casa que cada lector construye de forma distinta, es un medio muy democrático. De hecho, el libro es la forma de arte más colaborativa de todas. Cuando miras una pintura, una obra de teatro o una película, eres más voyeur. En cambio, cuando lees, tienes que aportar tú el significado a las palabras, y para eso necesitas tu propia experiencia.

Golpe de luz

Rita Bullwinkel
Traducción de Ce Santiago
Sexto Piso, 2025
196 páginas. 20,50 euros

Cop de llum

Rita Bullwinkel
Traducció de Ferran Ràfols Gesa
Segona Perifèria, 2025
232 pàgines. 20,50 euros

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