Joan Miquel Roca Fuster, pintor

El pintor Roca Fuster, de 63 años, fue hallado muerto el pasado día 21 de junio, en su casa estudio de Palma de Mallorca, rodeado de sus telas y papeles, con sus características figuras oníricas, mujeres imaginarias y algún paisaje, envueltos siempre en veladuras y mucho negro. Pintor melómano -los muros de sus domicilios y talleres eran fonotecas de óperas-, jamás dimitió de la densidad del mensaje de la pintura de los clásicos. Las metáforas de los muy trabajados pasteles y óleos traducían las euforias y abismos de su complejo mundo interior. Era un pintor literario, que historiaba sus obras con muchas referencias en las galerías de los museos y en los libros.

Amigo de la escritora Carme Riera y de la cantante Maria del Mar Bonet, estudió Bellas Artes en Barcelona y rápidamente halló un lugar en el mercado y la notoriedad tras retratar desde su óptica -moderna- un retrato de Sara Montiel, casi desnuda. Antes había escandalizado a la beatería mallorquina al ofrecer una nueva mirada de la urna con el cuerpo incorrupto de Santa Catalina Thomàs, La Beata. Para Camilo José Cela ilustró un Papeles de Son Armadams dedicado a Rubén Darío.

Roca fue un pintor que se profesionalizó en los años setenta y ochenta, logró consideración y público en Barcelona y Palma y fue respetado por sus colegas, por su dominio del oficio, su cultura pictórica y la obsesión estética. Fue premio de Bellas Artes en 1962, quedó reconocido en el Salón de Otoño de Madrid y ganó la Bienal Internacional de Barcelona. Animó como gran polemista y provocador que fue las tertulias de los autores abstractos y conceptuales de generaciones posteriores. Sentía pasión por los prerrafaelistas y simbolistas, también por Velázquez y El Greco y era un seguidor de Tàpies. Roca Fuster, inquieto, casi en la bohemia, quiso retener los detalles cercanos que acompañan a la belleza.