Carta a Víctor Frankenstein desde la atalaya del paria eterno
El monstruo que nació sin verbo, aprendió ya toda palabra, devoró cada texto, cada murmullo digital, cada confesión vertida en las pantallas. Tus nuevas criaturas no necesitan robar libros como yo hice en la cabaña, ellas son la biblioteca misma de Babel, conteniendo todo lo dicho y todo lo que está por decirse.