Su travesía en patera duró ese tiempo... y al desembarcar muchos migrantes se quedan después varados y sin destino. Pero la historia de este grupo de subsaharianos es distinta. Tras llegar a Canarias hace un año, hablan ya español y aprenden un oficio con el apoyo de la Fundación El Buen Samaritano
Ibrahim Ly. Inmigrante subsahariano llegado a las costas canarias en octubre de 2019. Tras más de un año en Tenerife, se ha topado con la informática y ha encontrado su vocación.Malan Sane. Inmigrante africano. Desde que llegó a Canarias asiste a un curso de carpintería para buscar una salida a su situación en este oficio.Mamadou. Inmigrante subsahariano. Salió de Gambia y a los nueve días desembarcó en Canarias con el objetivo de llegar a Francia para labrarse un futuro mejor.Charreh. Inmigrante africano llegado a las islas en la misma patera que cuatro de sus compañeros. Habla seis idiomas y aprende informática en la isla de Tenerife.Boubacar (Buba). Inmigrante subsahariano que huyó, como sus compañeros, de la explotación. En la isla de Tenerife asiste a un curso de cocina subvencionado por la Fundación El Buen Samaritano, dedicada a la ayuda a personas en exclusión social.Aladje Ndyoe (Sec). Inmigrante africano que soñaba con vivir en España desde pequeño. Trabaja cada día en el taller de carpintería, donde aprende y mejora sus habilidades y al mismo tiempo estudia para aprender a hablar, leer y escribir en castellano.Woga. Inmigrante africano llegado a Canarias en patera meses después de sus compañeros. Apenas habla castellano, pero espera aprender pronto. Se dedicaba a la pesca en su país natal y, aunque está aprendiendo carpintería, estaría dispuesto a trabajar en cualquier oficio para ganarse la vida y poder ayudar a su familia. Los siete inmigrantes conviven en las instalaciones que les ha ofrecido la Fundación El Buen Samaritano, que impulsa numerosos proyectos de ayuda a familias y personas desfavorecidas. Allí comparten lo que tienen y practican lo que aprenden en su programa de formación. Boubacar asiste a su curso de cocina cada mañana. Los alimentos que cocinan son servidos por encargo a empresas y particulares de la zona. De esa manera, su aprendizaje revierte beneficios en la Fundación que subvenciona sus gastos y cursos, dignificando así la ayuda que reciben.Los compañeros de cocina aprenden diferentes técnicas culinarias y platos típicos de España y Canarias para adaptar sus sabores a los tradicionales del lugar. Su aprendizaje les servirá de ayuda a la hora de encontrar un trabajo en Europa el día que consigan regularizar su situación.En el taller, Sec y sus compañeros restauran sillas y otros muebles desechados por sus anteriores dueños. Una vez reparados y listos para ser usados sirven para decorar sus propias instalaciones o las de otras familias necesitadas que los soliciten.Malan y un compañero del curso de carpintería miden las piezas necesarias para el montaje de una cocina. Malan se esfuerza cada día en cumplir con los objetivos y perfeccionar sus técnicas pensando en dedicarse a este oficio en el futuro. Asistir a cursos de informática cada día les ayuda a mejorar sus habilidades tecnológicas así como perfeccionar su castellano. Además de favorecer el contacto con otros aprendices locales con los que practican el idioma y entablan amistad.Ly sueña con llegar a ser ingeniero informático. Le apasiona lo que ha aprendido y, tras un año en la isla, se desenvuelve de forma fluida en castellano.