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Así es el GBU-57, la única bomba capaz de destruir la planta nuclear de Irán mejor protegida

Solo esta arma antibúnker que posee Estados Unidos, con capacidad para penetrar a 60 metros de profundidad, podría golpear la central de enriquecimiento de uranio de Fordow, esencial en el programa atómico iraní

Personal militar estadounidense transportaba una bomba GBU-57 en mayo de 2023 en Misuri.Foto: AP | Vídeo: Ignacio Ladrón de Guevara
Óscar Gutiérrez

A tenor de las fotografías captadas por los satélites, la parte central de las instalaciones de Fordow, uno de los complejos clave del programa nuclear iraní, no ha sufrido grandes cambios en los últimos 20 años. Situada a un centenar de kilómetros al suroeste de Teherán, junto a la ciudad sagrada de Qom, Fordow encierra tras un perímetro vallado una de las joyas mejor preservadas de la maquinaria de enriquecimiento de uranio iraní, objetivo prioritario de la actual campaña militar de Israel. Según la información de inteligencia israelí, Fordow esconde sus centrifugadoras a unos 80 metros bajo tierra. Y solo hay un arma capaz de penetrar a tal profundidad con fuerza para hacer daño. Pesa más de 13.000 kilogramos, está en poder de Estados Unidos y responde al nombre de GBU-57.

Hasta la fecha, el Gobierno de Benjamín Netanyahu ha expresado como principal objetivo en su ofensiva contra Irán destruir el programa nuclear, aunque en segundo término también ha mencionado el deseo de acabar con el régimen que lo sostiene. Según la información facilitada por el ejército israelí y corroborada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), los misiles han alcanzado instalaciones como las de Natanz, fuertemente dañada, Isfahán o Arak, pero también la planta de enriquecimiento de combustible (uranio) de Fordow, aunque el impacto, en este caso, no es apreciable.

Fordow

El OIEA constató en marzo de 2023 que las centrifugadoras de Fordow, capaces de enriquecer el uranio a niveles del 60%, por encima de lo requerido para el uso civil, han llegado a hacerlo al 83,7%, cerca ya del 90% necesario para montar un arma nuclear. Es por este motivo, en gran medida, por el que la planta de Fordow, localizada en el corazón de una zona montañosa de la geografía iraní, es una de las presas más codiciadas para Israel. Netanyahu, sin embargo, no cuenta con un arma eficaz para inutilizarla.

Según ha aireado la prensa estadounidense en las últimas 48 horas, en la mesa de diálogo entre el presidente Donald Trump y sus asesores en defensa se debate, en primer lugar, la participación de EE UU en la operación israelí y, en segundo lugar, el posible uso de la llamada “bomba antibúnker” para enterrar para siempre las instalaciones de Fordow. La tarea no es sencilla ni cuenta con garantías de éxito pleno.

“Israel necesitaría el apoyo de EE UU para destruir la instalación o repetidos ataques aéreos”, escribe en un análisis Heather Williams, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “pero ninguna de estas opciones garantiza que Fordow pueda ser destruido, lo que podría requerir municiones aún más fuertes o ataques sostenidos”.

Atravesar 18 metros de hormigón

Fabricada por la rama de defensa de la empresa estadounidense Boeing, y en circulación desde 2011, la GBU-57, de 6,2 metros de longitud y capacidad para 2.400 kilogramos de explosivo, tiene un alcance de unos 60 metros bajo tierra. Puede atravesar 18 metros de hormigón. Nunca ha sido utilizada en combate y menos para un objetivo como las salas de centrifugadoras de Fordow.

Sus 13.600 kilogramos de peso requieren el uso de los bombarderos B-2, aviones de vuelo furtivo diseñados a finales de los años setenta para misiones que sortearan los radares enemigos y, por tanto, munición antiaérea. Según el retrato satelital hecho por la inteligencia israelí, el complejo de Fordow cuenta, tanto en el exterior más próximo como en las montañas aledañas, con unidades de artillería y lanzamisiles.

Iran

Si Washington diera luz verde a un ataque contra Fordow, uno de estos B-2, que puede transportar dos GBU-57, sobrevolaría la zona hasta arrojar la bomba a una altura de una docena de kilómetros. No lleva motor, por lo que la velocidad que coge es la de su peso en caída libre a lo largo de la distancia de vuelo hasta el objetivo. Un dispositivo GPS permite modificar el rumbo a través de pequeñas alas en la cola del proyectil. La energía cinética que acompaña a este potente arma multiplica el efecto percutor hasta recorrer una distancia equivalente a un edificio de unos 20 pisos, antes de explotar.

Se desconoce a ciencia cierta la profundidad exacta a la que el régimen iraní ha enterrado la planta de Fordow. El registro de imágenes satelitales, la mayoría tomadas por la empresa Maxar Technologies, muestra que el acceso a las instalaciones se puede hacer a través de al menos seis entradas con dirección bajo tierra, en la cara norte y noreste del complejo. En el interior del vallado, interrumpido por una garita de seguridad, sobresale un edificio principal y otro secundario en los límites del recinto en el que parece haber otro acceso al subterráneo. A un par de kilómetros hacia el norte se levanta, en la superficie en esta ocasión, un polígono perteneciente a la planta de uranio.

Estados Unidos cuenta con una veintena de B-2 estacionados en el aeródromo Whiteman Air, en el Estado de Misuri. No obstante, a finales de marzo, la empresa satelital Planet Labs capturó una instantánea de la base norteamericana en la isla Diego García, en el Índico, en la que se podían identificar cuatro de estos aparatos y seis aviones de apoyo, por lo que la Fuerza Aérea estadounidense pudo haber trasladado hasta media docena de B-2 a la zona, con capacidad de recorrer la distancia que les separa de Irán.

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Sobre la firma

Óscar Gutiérrez
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales
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