Sí, el racismo inmobiliario existe (y es ilegal): así se discrimina por el acento o la apariencia
No todos tienen las mismas oportunidades para alquilar un piso. En España, hay personas que ni siquiera llegan a visitar una vivienda porque su acento o el color de su piel actúan como filtro. Esta forma de discriminación tiene un nombre: racismo inmobiliario, y sigue siendo una práctica frecuente.
¿Quiénes son los más afectados? Las personas racializadas, especialmente latinoamericanas y africanas.
¿Cómo funciona esta discriminación?
- En la llamada telefónica inicial: muchos propietarios o inmobiliarias descartan directamente a quien tiene acento extranjero o preguntan por su procedencia antes de continuar.
- En la visita presencial: si la persona racializada supera la criba telefónica, suele enfrentarse al rechazo visual. Da igual su situación legal o económica que, a menudo, se usa la excusa de que el piso ya se ha alquilado.
- En el contrato: a veces se niegan a empadronar al inquilino o no se le da un contrato formal.
¿Es legal ? No. Desde 2022, la Ley integral para la igualdad de trato y la no discriminación lo prohíbe.
¿Por qué es urgente hablar de esto? Porque este tipo de racismo obliga a muchas personas a aceptar condiciones indignas: alquileres sin contrato, pagos en mano o viviendas hacinadas.
Un dato más: el 70% de las personas migrantes en España vive de alquiler y más de un tercio vive en situación de hacinamiento.
©Foto: César Vallejo Rodríguez