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De la digitalización a la integración: la nueva frontera de la competitividad empresarial

Tras años de digitalización, las empresas enfrentan un nuevo desafío: conectar sistemas, procesos y equipos para recuperar eficiencia y coherencia

En los últimos años, las empresas han invertido miles de millones de euros en digitalizar sus operaciones, sus canales de relación con clientes y sus procesos internos. Según Gartner, el gasto mundial en tecnologías de la información (TI) alcanzará en 2025 4,70 billones de euros ( 5,43 billones de dólares), un 7,9% más que en 2024. Sin embargo, muchas organizaciones están empezando a experimentar un efecto secundario inesperado: han ganado herramientas, pero han perdido cohesión.

Cada departamento ha incorporado sus propias plataformas, sus métricas, sus flujos y su lenguaje. Ventas trabaja con un CRM que no está integrado con el software con el que marketing lanza sus campañas, recursos humanos gestiona los datos de los empleados en otra aplicación, y finanzas tiene su propio sistema aislado. El resultado es una estructura tecnológica compleja, fragmentada y, a menudo, ineficiente.

La digitalización, concebida para simplificar, ha terminado generando un nuevo tipo de complejidad. Y ese es el punto de inflexión en el que se encuentran hoy muchas empresas, y por consiguiente, muchos CIOs (director de informática), CTOs (director de tecnología) y CEOs (consejeros delegados).

La fragmentación y los silos ponen en riesgo los ingresos corporativos

En la mayoría de las grandes organizaciones, la multiplicación de herramientas digitales no ha ido acompañada de una integración real. Tal y como recoge el Estudio sobre Salud Digital de Zoho, en el último año, sólo un 2% de los responsables de transformación digital afirmó que no utiliza ninguna aplicación en la nube. En este sentido, casi 9 de cada 10 (87%) empresas encuestadas en España se han enfrentado a problemas con la transformación digital hasta el momento. Entre los problemas más comunes destacan tener que dedicar demasiado esfuerzo (más del esperado) para implementar las herramientas digitales con éxito (33%), seguido de tener que pedir ayuda/recursos externos para ayudar a que sus herramientas digitales funcionen mejor juntas (31%), y la adopción (especialmente, la falta de la misma) por parte de sus empleados (30%).

Así, los datos demuestran que los equipos dedican tiempo a mover datos de una plataforma a otra, y entre algunos de los ejemplos diarios, se encuentran situaciones como que algunos informes financieros no cuadran con los de ventas, y los directivos toman decisiones basadas en información incompleta o duplicada. Sobre esto, la compañía Monte Carlo Data aportó que cerca del 30% de los ingresos de las empresas pueden verse afectados por una información corporativa afectada por silos digitales. La pérdida de coherencia digital acaba traduciéndose en una pérdida de coherencia estratégica, y por ende, acarrea fuertes pérdidas económicas.

Pero este no es un problema técnico: es un problema de visión corporativa. La integración tecnológica no depende solo del CIO o del departamento de sistemas, sino del conjunto del comité de dirección.

La tecnología ya no es un área de simple soporte a la operativa del negocio; es el tejido que une todas las funciones empresariales. Por eso, la decisión de integrar soluciones digitales y datos debe nacer de la dirección general y permear a toda la organización, más aun con la llegada de la Inteligencia Artificial, para la que es necesaria disponer de una correcta base digital para maximizar sus beneficios.

Del caos digital a la inteligencia conectada: una ventaja competitiva

En un entorno en el que los mercados cambian a gran velocidad, las empresas necesitan algo más que digitalización: necesitan coherencia y agilidad.

Integrar los sistemas de información, los flujos de trabajo y los datos de clientes en un mismo ecosistema no es solo una cuestión de ahorro o eficiencia. Es una forma de alinear estrategia y ejecución.

Esa integración permite además una visión de cliente unificada, algo que preocupa especialmente a los directivos de marketing y ventas. En un mundo donde la experiencia del usuario define la reputación de la marca, tener datos dispersos o inconsistentes puede costar caro. Sin embargo, no sólo atañe al ámbito de ventas y nuevos ingresos, sino que también permite garantizar una transparencia en el flujo de los datos y en el manejo de su privacidad.

Por eso, los líderes más innovadores entienden que la integración no es un proyecto de IT, sino una decisión de negocio. Requiere la implicación del CEO, del CFO, del CMO y del resto del comité directivo, porque impacta directamente en la rentabilidad, la competitividad y la cultura corporativa.

Exceso de soluciones

En numerosos casos, especialmente en grandes organizaciones de servicios, la expansión digital ha derivado en una sobreabundancia de herramientas. Cada departamento adopta sus propias soluciones, con poca comunicación entre ellas. Este fenómeno se traduce en datos duplicados, retrasos en los procesos y una experiencia de cliente inconsistente. En cifras, estudios como el de DevOps.com estiman que esta falta de interconexión le cuesta a las empresas entre 6 y 15 horas semanales por empleado, ya que en ocasiones, los equipos utilizan una media de 7,4 herramientas diferentes para realizar su trabajo.

Las empresas que han apostado por unificar su ecosistema tecnológico bajo una sola plataforma integrada están comprobando resultados tangibles: mayor agilidad, reducción de costes y mejoras en la calidad del dato. En muchos casos, los tiempos de respuesta al cliente se reducen de forma significativa y los equipos ganan visibilidad transversal.

De esta forma, cobra mayor importancia la idea de que clave no es incorporar más tecnología, sino hacer que la existente trabaje de forma coordinada.

El futuro digital: datos y herramientas integradas, seguras y soberanas

En ese contexto, empiezan a destacar soluciones de software que apuestan por unificar las diferentes áreas de la empresa en un entorno común. Es el caso de Zoho, que ha desarrollado un ecosistema de aplicaciones empresariales diseñadas para funcionar de forma nativa y coherente.

Su propuesta se basa en un principio simple pero poderoso: menos dispersión, más integración. En lugar de depender de decenas de proveedores y sistemas, las empresas pueden centralizar ventas, marketing, finanzas, operaciones y servicio al cliente en un entorno único, con una experiencia de usuario consistente y datos compartidos.

Además, este tipo de plataformas integradas refuerzan la seguridad y la soberanía del dato, al reducir los flujos de información entre terceros y evitar dependencias tecnológicas externas. En una era marcada por la preocupación por la privacidad y el cumplimiento normativo, esta coherencia digital se convierte también en una garantía reputacional.

El futuro no pertenece a las empresas que adopten más tecnología, sino a las que logren que toda su tecnología trabaje de forma alineada.

La integración ya no es una opción, sino una condición necesaria para competir. Las organizaciones que entienden esto no solo optimizan sus procesos: también refuerzan su cultura interna, fomentan la colaboración y ganan velocidad estratégica.

Porque, al final, una empresa es tan ágil como su sistema más fragmentado. Y en un entorno donde el cambio es la única constante, la verdadera transformación no consiste en digitalizar más, sino en digitalizar mejor.

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