Zapatero da un vuelco a su estrategia con un recorte de sueldos públicos sin precedentes
El presidente del Gobierno reduce un 5% el salario de los funcionarios, congela las pensiones de 2011, recorta el gasto para dependencia y elimina el 'cheque-bebé'
Después de seis años de mandato como presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero atravesó ayer el Rubicón y cruzó una de las líneas rojas que él mismo había prometido no traspasar nunca: el recorte de gastos sociales. Con un tono más grave del habitual y mucho más serio de lo que le es usual, Zapatero anunció en un sombrío Pleno del Congreso lo que él mismo describió como “duras medidas, sacrificios y esfuerzo importante”, en forma de recortes donde más duelen. Es decir, reducción del salario de los funcionarios, recortes de pensiones, freno a la aplicación de la Ley de Dependencia y supresión de ayudas a la maternidad, entre otros.
“A ningún presidente del Gobierno le gusta comparecer para anunciar recortes y a mí menos aún”, terminó por confesar en el turno de réplica. Hasta ahora, la vida política de Zapatero se identificaba con la sonrisa, el optimismo y el anuncio de nuevas ayudas y derechos y esa trayectoria se quebró ayer con el anuncio de los recortes que le ha exigido la Unión Europa y hasta el propio presidente estadounidense, Barack Obama.
“A ningún presidente le gusta anunciar recortes y a mí menos aún”
Hace sólo una semana abominaba de una “reducción drástica” del déficit
“Asumo esa responsabilidad, porque la situación es difícil y sería insensato ocultarlo”, terminó por confesar, mientras que en los escaños socialistas se aguantaba la respiración y se cruzaban miradas de diputados conscientes de la complicada papeleta y del precio político que les tocará pagar.
“Es ahora cuando más lo necesitamos para mantener entre nosotros a los inversores y mantener imagen de estabilidad. No es fácil dirigirse así a los ciudadanos”, dijo también para intentar hacer compatible su vaticinio de que lo peor de la crisis ha pasado ya con el anuncio de sacrificios impopulares.
Zapatero hasta ahora enfatizaba que su Gobierno sacaría a España de la crisis sin recortes y su imagen cuadraba mejor con la de la repetición anual de la cita de Rodiezmo (León) en la que ya era tradición el anuncio de subidas anuales de pensiones. Ayer le tocó ser el portavoz de las malas noticias, dirigidas precisamente a los colectivos que más ha cuidado en sus mensajes y en su política. Por eso se centró en la explicación de las circunstancias como causa última del cambio radical de rumbo: el elevado déficit, que hay que reducirlo del 11% al 3% antes de 2013, las dificultades de Grecia y los ataques especulativos contra el euro.
“Las circunstancias nos han obligado a tomar estas medidas”, aseguró. Hace sólo una semana, abominaba en La Moncloa de una “reducción drástica” del déficit y hace pocos meses la vicepresidenta primera rechazaba que se fuera a romper el pacto de subida salarial de los funcionarios, corrigiendo a su vez al secretario de Estado de Hacienda, que lo había anunciado.
Ahora, Zapatero se enfrenta a los sindicatos, aunque ayer insistiera en que no habrá reforma laboral sin acuerdo con los agentes sociales. La paz social que tanto le ha preocupado durante seis años como presidente salió ayer tocada del Congreso.
Y además, aunque su discurso de ayer iba dirigido sobre todo a los ciudadanos y a los mercados, el presidente del Gobierno pasó el mal trago solo de nuevo frente a todos los grupos parlamentarios. Ya es una costumbre en esta legislatura, pero la soledad siempre incomoda y duele más en momentos difíciles. Unos como el PP, CiU y PNV por acusarle de llegar tarde a la toma de decisiones, y otros como los grupos de la izquierda, por reprocharle que mire sólo al recorte de gasto y no al aumento de ingresos con más presión fiscal a las rentas más altas.
Es como si ayer empezara otra legislatura diferente y como si hubiera aparecido otro Zapatero distinto, con un discurso desconocido en él. “Se ha acabado el Zetapé social", le dijo gráficamente Joan Ridao (ERC). “Ha nacido otro Zapatero”, completó Joan Herrera (ICV). “Si tomo decisiones difíciles me critica y si no las tomo también”, le terminó por decir Zapatero a Mariano Rajoy, para quejarse de la estrategia del líder del PP de criticar lo que se hace y lo que no se hace. Porque Rajoy quiso hacer sangre y se apuntó a ejercer la crítica por no haber tomado antes medidas impopulares y, al tiempo, al reproche de acometer lo que llamó “el más importante recorte de derechos sociales de la democracia”.
Su discurso fue el de “ya lo decía yo” y el del populismo de anteponer a cualquier recorte de gasto social la reducción de ministerios, empezando por la Vicepresidencia Tercera. Y hasta se metió en el lío de insistir en la reducción drástica de subvenciones a partidos políticos y sindicatos, justo el día después de que un informe de Hacienda denunciara presunta financiación ilegal del PP.
Presentó a Zapatero como un presidente forzado por los socios europeos a hacer las reformas que no ha querido hacer en dos años de crisis. “Tendrá que hacer lo que no ha querido hacer: gobernar, pero tutelado en un país bajo protectorado”; “han dicho en Europa que a Zapatero no se le puede dejar solo y que hay que vigilarle para que no exporte su incompetencia”.
No fue más suave en el fondo, pero sí en la forma, el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, en su nueva condición de político mejor valorado según el CIS. Habló de “nueva rectificación” e incidió en la acusación de la improvisación: “Han pasado dos años en los que el presidente desoía nuestros planteamientos, pero ha aceptado en una semana la locura que le han puesto sobre la mesa los mercados. Ha perdido dos años de mandato”. Y Josu Erkoreka (PNV) le espetó que sus medidas “se comen de un bocado miles de frases y promesas” pronunciadas en los últimos dos años.
El recorte le puso en confrontación con los partidos minoritarios de la izquierda que hasta le advirtieron, como hizo Herrera, de que tendrá una “oposición contundente” en la Cámara y en la calle. “Pagan los más débiles. Los mercados han terminado por imponer una reforma y un recorte” y “¿por qué no recupera el impuesto de patrimonio?”, le dijo el diputado de ICV. “Usted es débil con los fuertes y fuerte con los débiles”, concluyó Ridao.
“Los sectores populares van a pagar una crisis que no generaron”, remató Francisco Jorquera (BNG).
Sólo al final, Zapatero incluyó la posibilidad de estudiar en el futuro medidas fiscales para que las rentas más altas paguen los impuestos. Lo hizo sin concretar y dando a entender que lo incluirá en los Presupuestos para 2011. Y fue tan poco preciso como confuso, porque le respondió a Rajoy que exigir un mayor esfuerzo fiscal a las rentas más altas no necesariamente debe suponer una subida de impuestos.
“Hoy no era el día”, dijo el presidente del Gobierno para explicar que no incluyera esa posibilidad de reforma fiscal en su discurso inicial como una medida más para reducir el déficit.
Metidos en faena de recortar, el portavoz socialista, José Antonio Alonso, le tomó la palabra a Duran para acometer una reducción del salario de los diputados que ya lleva dos años congelado.
Casi todos los portavoces le pidieron a Zapatero gestos políticos en forma de reducción de ministerios, tal y como le exigen dos resoluciones aprobadas por el Congreso en los últimos meses. “Es el chocolate del loro, pero es un gesto político necesario hacia los que verán recortadas sus prestaciones”, le dijo Erkoreka. Pero Zapatero se atrincheró en que eso apenas supondría un ahorro real y, por tanto, no está dispuesto a hacerlo. De momento, porque también dijo que no tomaría otras medidas que ayer no tuvo más remedio que anunciar. Y de todos los portavoces, sólo Rosa Díez (UPyD) pidió elecciones anticipadas. Duran olvidó su propuesta de Gobierno de concentración y Rajoy ya no se atrevió a repetir el llamamiento a los diputados del PSOE para que se rebelen y sustituyan a Zapatero.

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